Ha
dicho Rajoy: “Por supuesto que voy a
recibir al presidente de la Generalitat si él me lo pide”. Entonces,
¿por qué no recibe al presidente de Cantabria? Se lo ha pedido en varias
ocasiones y Rajoy se ha puesto de perfil. ¿Acaso evita que le reclame Revilla el dinero que prometió y que
nunca entregó al Hospital de Valdecilla?
Porque, ya puestos a contarlo todo, tampoco cumplió el presidente del Gobierno
con la promesa de declarar la Comarca del Besaya como Zona de Urgente Reindustrialización. No se debe hacer promesa
alguna cuando no se está dispuesto a cumplir lo pactado. Los ciudadanos tienen
memoria y lo del palo y la zanahoria ya no cuela ni juntos ni separados por más
que se empeñe Montoro. Los asuntos
pendientes con Cantabria suponían
alrededor de 80 millones de euros de desembolso estatal que nunca llegaron a su
destino. Se quedaron aparcados en vía muerta. Parece normal que Revilla esté molesto.
Pero si había dinero para el País Vasco (1.500 millones) si el PNV ayudaba a
sacar adelante con sus votos parlamentarios los Presupuestos de 2018. Y sí hubo
dinero, inexplicablemente, para constituir una estación de AVE en un páramo de
Zamora. Hay cosas que no se entienden; y no es, precisamente, porque los
españoles carezcamos de las neuronas suficientes para poderlo comprender. La
imagen de España en el exterior también empieza a minarse. Como bien señala Mariano Gasparet en El Español, “la negativa este
miércoles de la justicia belga a entregar a los ex consejeros Toni Comín, Meritxell Serret y Luis Puig
por supuestos 'defectos de forma' de la euroorden
se suma a una inquietante lista de varapalos en instancias judiciales europeas. Inquietante porque, además de dar
argumentos a los promotores del procés para poner
en solfa el sistema judicial español, contribuye a socavar la imagen de España
y la calidad de su democracia en el exterior”. Parece como si nos hubiese
mirado el tuerto. No cabe duda de que hay miradas monoculares con efectos
perniciosos que Rajoy olvida.
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