martes, 29 de mayo de 2018

El grano de mostaza



La Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal Española acaba de contar la parábola del grano de mostaza (Mateo 13:31-33) al señalar, tal y como hoy se hace eco  el diario ABC, que “el impacto económico de la educación católica ascendió a los 19.735 millones de euros en 2016”; o dicho de otra manera, que “la inversión total en los centros de estudios de orientación católica —subvenciones públicas, cuotas educativas y otros recursos aportados por los estudiantes— fue de 4.866 millones de euros en 2016, pero los beneficios económicos que esa labor consiguió revertir en la sociedad ascendieron a los 19.735 millones de euros, cuatro veces más. Esto significa que por cada euro que se invirtió en educación católica, la sociedad recibió 4,1 euros”. De ser cierto esos datos, ¿para qué invierte el Estado en la enseñanza pública? Al ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo habría que invitarle a sentarle en un pupitre como  aquellos que fabricaba Apellaniz en Vitoria para leerle la cartilla: “El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas”. Y dicho eso, el ministro, tras reflexionar sobre la flora autóctona y la fauna serrana en peligro de extinción, verbigracia, el escribano palustre, el alcaudón chico, el zarapito real, etcétera, hasta puede que obrase en consecuencia. Hay que poner luz en la enseñanza cristiana para que la sociedad pueda dimensionar la enorme aportación de la Iglesia Católica a la ciudadanía y dejar que la erudición circule por los cauces naturales y los verdes prados para que sus frutos reviertan a la sociedad en forma de maná, o sea, de pan de Dios. Se acabarían las oposiciones a maestros, a profesores de Secundaria y a cátedras en las Universidades públicas. Se podrían cubrir las plazas vacantes con catequistas, con viejas glorias del Opus y  de hermandades de Luises y Kostkas  ad mejorem Dei gloriam.  Asunto resuelto. Y para ello, nada mejor que dejar la Cultura y la Educación de este país en manos de un tal Blázquez. Hay que volver a "la apologética barata y a la cerrada defensa de intereses mercantiles”,  como señaló José Carlos Mainer al ocuparse de la actividad cultural del clericalismo de los años 20 del siglo pasado.

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