jueves, 24 de mayo de 2018

Se funde la máquina



Me van a permitir que dé nombre a mi escrito de hoy con el título de una canción de Gato Pérez, esa que dice: “Se funde la máquina/ de noche y de día/ y el artista cada noche/ se juega la vida”. Sobre las últimas sentencias del caso Gürtel conocidas hoy, la Audiencia Nacional entiende que las cónyuges  “no eran simples objetos” en las tramas corruptas, en referencia a Ana Mato, Rosalía Iglesias y Carmen Rodríguez Quijano. Es –lo leo en El País-la llamada “Teoría de la ignorancia deliberada”, cuando la realidad es que ellas habían sido partícipes a título lucrativo. No eran precisamente las manolas de Federico García Lorca: “Granada, calle de Elvira, / dónde viven las manolas, / las que se van a la Alhambra, / las tres y las cuatro solas. / Una vestida de verde, / otra de malva, y la otra, / un coselete escocés / con cintas hasta la cola”.  Pero bueno, a lo que iba, existe una sentencia del Tribunal Supremo que definía la "Teoría de la ignorancia deliberada" de la siguiente manera: “Quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación, está asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el que voluntariamente participa”. Y a todos los ciudadanos habituales lectores de prensa y televidentes con capacidad de análisis de los diversos informativos (con la excepción de Radio Televisión Española) nos vienen a la cabeza por asociación de ideas aquellas declaraciones en sala de vistas de Cristina de Borbón en el caso concreto donde se imputaba a Iñaki Urdangarín en el Caso Nóos. La hija segunda del entonces jefe del Estado Juan Carlos de Borbón también dijo en su día desconocer los “trabajos” de su marido arguyendo que “no hablaban de esos temas”. Finalmente Cristina de Borbón fue absuelta de toda culpa por los delitos que le imputaba el sindicato Manos Limpias, que ejercía la acusación. La Audiencia Provincial de Baleares entendió que Cristina de Borbón “no gestionó, no decidió, no autorizó ni participó en los presuntos delitos fiscales de su marido”. El tribunal dio por buenas las tesis del fiscal Pedro Horrach y de la Agencia Tributaria (frente a las acusaciones del juez Castro y de la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete) de que Cristina de Borbón “no pudo ser cooperadora necesaria de los dos delitos fiscales por los que fue condenado su marido porque ella no era administradora de la sociedad Aizoon, ni tenía firma, ni existía prueba de que conociera que su marido estaba declarando sus ingresos personales como ingresos de la sociedad familiar”. ¿Hubo trato de favor hacia la infanta? Yo, al menos, no lo sé ni tengo capacidad bastante para valorarlo. Pero hay ciudadanos que entienden que todo aquello pareció como salido de una fantasía con mucho de pesadilla, o al revés. El pensamiento es libre, o sea.

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