martes, 22 de mayo de 2018

Delirio y puertas giratorias



Cuenta Millás que “somos hijos del delirio”. Ayer toda Huesca, una ciudad que no llega a los 50.000 habitantes se acostó más relajada. Su equipo deportivo subía a los cielos de la Primera División y los oscenses entraban en un absoluto delirio de grandeza. Se lo merecían equipo y afición. Ya han dicho los empresarios que los días de partido se abrirán las tiendas. Sí, verdaderamente somos hijos del delirio. En la ciudad de Zaragoza, en cambio, el mosqueo es de libro. ¿Y si el Real Zaragoza no consigue superar el play off? El delirio, en Psiquiatría, es una condición que presenta rápidos cambios en el estado mental que causa confusión y cambios en el comportamiento. En este caso, para mejor. Quizás ahora comience a tener sentido el aeropuerto de Huesca-Pirineos, entre Alcalá del Obispo y Monflorite, que costó 40 millones de euros de dinero público y acumuló sólo 95 pasajeros en 2016 y 257 pasajeros en 2017. Pero ese mismo año, los dineros públicos invertidos superaban ya los 70 millones de euros si se añaden los gastos de mantenimiento. El Gobierno de Aragón (todos recordamos las palabras de Biel (entonces dueño del cotarro en el PAR) estimó en su día, también con absoluto delirio, que ese aeropuerto iba a ser “la gran puerta para el turismo del Pirineo”. Y yo añado: “Y también para los intereses de Aramón”, donde el Gobierno de Aragón tenía puestas todas sus complacencias.  Un aeropuerto, digo, con defectos de ejecución en el proyecto que incluían incumplimientos de normativa internacional. Dada la situación caótica, AENA optó por recortar al máximo los costes por su insostenibilidad. Aquel “aeropuerto fantasma” llegó a tragarse cada día 9.000 euros en nóminas de personal y mantenimiento para sostener sus instalaciones sin viajeros.
  
Y esta mañana nos desayunábamos los españoles con la detención del exalcalde de Benidorm y exministro del PP Eduardo Zaplana, aquel político valenciano que dijo en su día que había entrado en política para hacerse rico. Ya fue nombrado en los casos Lezo y Púnica y ahora se le investiga por presuntos delitos de cohecho, blanqueo de capitales y cobro de comisiones ilegales. Salió de la política por la puerta giratoria  con destino a Telefónica, donde César Alierta le había dado por todo el morro un  cargo muy bien retribuido relacionado con asuntos públicos de esa compañía. De inmediato, al conocerse la noticia, ha sido cesado en la compañía de telecomunicaciones y el PP le ha suspendido de militancia. A don Tancredo le empieza a oler el trasero a fosfatina con tanto desaguisado en sus filas. Y esperen, que la cosa no ha hecho más que empezar. Según el diario El País, “Zaplana ha sido detenido cuando se disponía a entrar en un Audi negro de gran cilindrada. Dos agentes de la UCO lo han interceptado y lo han conducido a la acera de enfrente. El expolítico iba acompañado en el momento de su detención por dos escoltas, agentes de la Policía Nacional. Se trata de una protección que la Generalitat valenciana ofrece a todos sus expresidentes, aunque en la actualidad solo la mantienen Zaplana y Francisco Camps”. Somos hijos del delirio, sí, pero del delirio provocado por unos sinvergüenzas redomados y neofranquistas que anidan en las filas del partido que sustenta el Gobierno que preside Marian Rajoy. ¿Acaso me lo invento? Y luego dicen que no hay dinero para los jubilados… ¡Hace falta ser cínicos!

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