El libro de
los porqués venía en “El Tesoro de la
Juventud”. ¿Alguno lo recuerda? Hoy, en el diario ABC, Antonio Burgos
mueve el incensario de un lado para el otro, como si se tratase del péndulo de Aramís Fuster, hacia las figuras de Juan Carlos de Borbón y de Rodrigo Rato, por ser –dice- las dos
únicas personas que han pedido perdón. Uno, anterior jefe del Estado; otro,
vicepresidente del Gobierno con José
María Aznar. Sobre ambos señala Burgos: “No
debe de ser buen negocio pedir perdón. Don Juan Carlos lo pidió cuando el
triste lance venatorio y fue directamente a la abdicación. Rodrigo Rato pidió
perdón y fue directamente al módulo de ingresos de Soto del Real. Pero le honra
a Rato, al maltratado Rato, al vilipendiado Rato, la frase que dijo, que
debería quedar como modelo para todos los culpables de tantas fechorías del
solar patrio que no presentan ni excusas”. El Estado es aconfesional, o al
menos eso señala la Constitución Española de 1978. Pero en este Estado, conformado por ciudadanos
de todos los pelajes y donde todavía están vigentes los Acuerdos entre España y
la Santa Sede de 1979, da la sensación de que con pedir perdón ya queda uno
exonerado de toda culpa. Da igual el delito que haya cometido. Se pasa uno por
el confesionario y ya puede morir en paz y en gracia de Dios. Pero cuando se
roba, no sirve con pedir perdón. Hay que restituir lo despojado. Y aquí, que a
mí me conste, nadie devuelve ni un celemín.
Al anterior jefe del Estado lo examinarán los historiadores, si es que
algún día se desclasifican determinados documentos que a día de hoy estar
ocultos bajo siete llaves. El caso de
Rato es distinto. Está bien que pida perdón antes de ingresar en Soto del Real. Pero a los españoles nos
consta que Rato fue el causante de muchos sufrimientos que nos podíamos haber
evitado. Caja Madrid costó al Estado 22.000 millones de euros. Las ayudas a la
Banca y a las cajas de ahorro manejadas por políticos y sindicalistas
incompetentes por fusiones, rescates y nacionalizaciones, 122.000 millones de
euros, por ahora. La burbuja
inmobiliaria tuvo su comienzo en 1997 y duró hasta principios de 2008, cuando
se produjo su estallido. También sus consecuencias. La peor de todas, el
aumento de desahucios en aplicación de una obsoleta Ley Hipotecaria, el fraude de
las cláusulas suelo, etc. Recordemos que El Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
en sentencia de 17 de julio de 2014,
declaró que la reforma de la Ley Hipotecaria que aprobó el Partido Popular
vulneraba los derechos humanos. En
resumidas cuentas: al rey emérito no se le puede juzgar por actos de cualquier
índole durante su permanencia en la Jefatura del Estado, dada la inviolabilidad
de su persona en tan extenso periodo de tiempo. Rato acaba de ingresar en prisión pero no ha
devuelto ni un ochavo, salvo el dinero que había gastado de su tarjeta “black” en bebidas alcohólicas,
marisquerías, viajes, perfumes, billetes de avión… Aquí no existe una “postverdad
de la corrupción del PP”, como entiende Edurne
Uriarte y hoy recuerda Burgos a los lectores. Y Burgos termina su artículo,
“Pedir perdón”, con este tirabuzón: “Un 79% de los encarcelados por las ‘tarjetas black’ de Caja Madrid son de izquierdas, pero aquí sólo sale Rato
entrando en prisión. Y todos, además, sin pedir noblemente perdón. Como no lo
pidieron nunca por sus 800 asesinatos los bilduetarras que llevaron a Sánchez a La Moncloa sin pasar por las
urnas. Como no lo pidieron ni Pujol
ni los catalanes del 3%. Como no lo han pedido ninguno de los 500 investigados
por los 5.000 millones de euros desaparecidos por la corrupción en Andalucía.
Como no lo pidieron ni Bárcenas ni
los de la Gürtel. Como no lo pidieron
los agresores de los guardias civiles de Alsasua. Como no lo pidieron los del
golpe de Estado en Cataluña, ahora hará un año”. Vamos, la cosa parece clara: “Los
españoles somos portadores de los valores eternos”, como dijo Primo de Rivera en el discurso fundacional
de Falange Española en el madrileño Teatro de la Comedia. Aquí lo de menos es
robar. Lo importante es saber pedir perdón, aunque no se devuelva lo robado. A algunos tipos ya veo que les sale la vena judeo-cristiana
por los poros de la piel y se vienen arriba en banderillas. Lo importante es
mirar al tendido y quedar bonito. El resto son pejigueras.
domingo, 28 de octubre de 2018
viernes, 26 de octubre de 2018
Prontuario para pijos

jueves, 25 de octubre de 2018
¡Aquellas cestas de mimbre...!
Los
que ya tenemos una edad recordamos la época en la que los ferroviarios
acudían al tajo con chaquetones de cuero
en los que no pasaban ni las balas y una cesta cuadrada de mimbre donde llevaban
comida para varios días. Unos se
montaban en la locomotora, otros eran guardafrenos condenados al traqueteo del
convoy en una garita de vagón que era una especie de confesionario; o,
simplemente, tomaban el tren para ir a
una estación distinta a la de su municipio para pasar la noche como factor de
circulación, enganchador o guardagujas. Era gente sacrificada, acostumbrada a
comer pan de muchos hornos, pasar días en muchas fondas y a darle más
importancia a los minutos de su reloj que a las horas. Por eso, cuando
preguntabas a un factor de circulación a qué hora llegaba el expreso de
Andalucía o el ómnibus Arcos nunca te decía a las 16’43 sino “a los 43”. La
hora se daba por sobreentendida. Un amigo mío, fogonero de locomotora, que
hacía el recorrido Valladolid-Ariza y viceversa, me contaba que siempre ponía
la tartera de aluminio junto a brasas de carbón extraídas y puestas sobre la
pala al acercarse a Alentisque-Cabanillas. Era una manía como otra cualquiera. Era esa
hora de la tarde, entre dos luces en invierno, en la que su mujer acostumbraba
a calentar la merienda-cena. Cada uno tiene sus manías, que son dignas de
respetar. Crisanto, que así se
llamaba el fogonero, a veces compartía la comida con su compañero maquinista. Y en Peñafiel, mientras se llenaba de agua el depósito
de la máquina, aprovechaba para acercarse hasta el interior del despacho de
billetes y beber un trago de agua de botijo. Allí saludaba a Monforte, el jefe de Estación, que siempre
tenía entre sus manos un libro de
esperanto. También le apasionaba descifrar los jeroglíficos del “7 Fechas” y escribir versos de pie
quebrado. En las estaciones de exiguo tráfico ferroviario quedaba tiempo para hacer
muchas cosas. Los versos los enviaba a diversos concursos. Nunca consiguió
premios ni flores naturales, pero jamás
abdicó de su esperanza.
miércoles, 24 de octubre de 2018
Pena
lunes, 22 de octubre de 2018
EL valido
Con
los reyes absolutistas, que mandaban sobre vidas y haciendas, fue costumbre el
apoyo del valido ( y no me refiero a “me gusta cuando bala la ovejita” en
versión de Emilio el Moro) para que
ellos, los reyes, pudieran dedicarse al ocio y al negocio. Pasó con los
Austrias y con los Borbones. Sólo es necesario repasar la historia para saber
lo suficiente sobre el duque de Lerma,
valido de Felipe III; el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV; el jesuita Nithard, valido de Carlos II; Manuel Godoy,
valido de Carlos IV… Y como los
tiempos cambian, ahora aparecen como setas los validos de los presidentes de
Gobierno. Sin pretender hurgar en las llagas de los presidentes anteriores,
llama la atención la presencia de Pablo
Iglesias en todas las salsas desde que Pedro
Sánchez se convirtiese en presidente del Gobierno por una moción de
censura. Y de entonces a acá vemos a Pablo Iglesias redactando borradores de
subidas de salarios mínimos, visitando a políticos presos en cárceles catalanas
y recabando apoyos de los vascos para poder sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Ahora
sucede que Pablo Iglesias parece ejercer de vicepresidente del Gobierno en la
sombre mientras Sánchez se dedica a viajar “del mundo al otro confín” (como decía
la letra cantada en el cuento del Enano
saltarín) como si se hubiese convertido nada más llegar a La Moncloa en un
viajante de calzoncillos “cañamares”
al por mayor y al detall.
sábado, 20 de octubre de 2018
Ya te lo miraré, pero no creo...
Leo
en La Comarca de Calatayud que van
lentos lo trámites para el transporte por autobús entre Valladolid-Soria-Calatayud-Zaragoza por el puerto de La Bigornia (N-234). Lo
último que conozco es que dos empresas en liza por conseguir esa línea habían
puesto en el pliego de condiciones las mismas cantidades y que, en
consecuencia, era necesario paralizar el proyecto y empezar de nuevo para dejar
claro cuál de esas dos empresas, u otras que puedan aparecer, se puedan hacer
con el contrato. El promotor de esa idea fue Raimundo Martínez Vicente de Vera,
(PP), alcalde de Torrubia de Soria (pueblo perteneciente a la comarca del Campo
de Gómara y que hasta su cierre en 1985 contaba con una estación de ferrocarril
Santander-Mediterraneo,
que moría en Cidad-Dosantes), se reunía hace pocas fechas con la directora general
de Transporte Terrestre, Mercedes Gómez Álvarez, ingeniera de Caminos, para
tratar sobre el nuevo proyecto. La actual directora general fue nombrada para
el actual cargo recientemente, sustituyendo a Joaquín del Moral. Hasta entonces
había sido jefa del Servicio de Tecnología de Carreteras del Ministerio de
Fomento. El coste del servicio previsto es de 8 millones de euros para un plazo de 5
años, entendido para un servicio diario de ida y vuelta con paradas intermedias en Almenar
y el cruce de Deza. La idea inicial consistía en que los vecinos de Valladolid
y Soria pudieran tomar el AVE en la estación de Calatayud. Pero a lo largo de la conversación entre el alcalde
de Torrubia y la directora general choca saber, y así lo ha reconocido Raimundo
Martínez, que esa alta
funcionaria “ni siquiera conocía bien el asunto a tratar”. ¡Qué vergüenza! De hecho, estaba
convencida de que la línea actual Soria-Zaragoza
(N-122) pasaba por Calatayud, cuando transcurre por Tarazona y Gallur
para finalmente entrar en la A-68. A mi entender, lo menos que se le puede pedir a la directora general
de Transporte Terrestre es que conozca la red de carreteras. Y si las desconoce,
su obligación es la de consultar un mapa. En Torrubia de Soria, que cuenta con 72
habitantes, su anterior Ayuntamiento presidido
por María Ángeles Delso (PP) aprobó el 20 de enero de 2010 (con 25 votos a
favor y 11 en contra, sin ninguna abstención) la solicitud para emplazar en el
municipio el almacén temporal de residuos nucleares de alta y media actividad.
Ante las tensiones creadas entre los vecinos, la alcaldesa se vio en la
obligación de dimitir. Esperemos que a esa directora general de Transporte
Terrestre, de aparecer por Torrubia, no la tiren al pilón por lerda. Y no es un
insulto, sino un adjetivo calificativo que expresa que el individuo en
cuestión, en este caso la nueva directora general, no sabe lo que debería saber y que
le concierne.
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