domingo, 28 de octubre de 2018

El libro de los "porqués"



El libro de los porqués venía en “El Tesoro de la Juventud”. ¿Alguno lo recuerda? Hoy, en el diario ABC, Antonio Burgos mueve el incensario de un lado para el otro, como si se tratase del péndulo de Aramís Fuster, hacia las figuras de Juan Carlos de Borbón y de Rodrigo Rato, por ser –dice- las dos únicas personas que han pedido perdón. Uno, anterior jefe del Estado; otro, vicepresidente del Gobierno con José María Aznar. Sobre ambos señala Burgos: “No debe de ser buen negocio pedir perdón. Don Juan Carlos lo pidió cuando el triste lance venatorio y fue directamente a la abdicación. Rodrigo Rato pidió perdón y fue directamente al módulo de ingresos de Soto del Real. Pero le honra a Rato, al maltratado Rato, al vilipendiado Rato, la frase que dijo, que debería quedar como modelo para todos los culpables de tantas fechorías del solar patrio que no presentan ni excusas”. El Estado es aconfesional, o al menos eso señala la Constitución Española de 1978.  Pero en este Estado, conformado por ciudadanos de todos los pelajes y donde todavía están vigentes los Acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979, da la sensación de que con pedir perdón ya queda uno exonerado de toda culpa. Da igual el delito que haya cometido. Se pasa uno por el confesionario y ya puede morir en paz y en gracia de Dios. Pero cuando se roba, no sirve con pedir perdón. Hay que restituir lo despojado. Y aquí, que a mí me conste, nadie devuelve ni un celemín.  Al anterior jefe del Estado lo examinarán los historiadores, si es que algún día se desclasifican determinados documentos que a día de hoy estar ocultos bajo siete llaves.  El caso de Rato es distinto. Está bien que pida perdón antes de ingresar  en Soto del Real. Pero a los españoles nos consta que Rato fue el causante de muchos sufrimientos que nos podíamos haber evitado. Caja Madrid costó al Estado 22.000 millones de euros. Las ayudas a la Banca y a las cajas de ahorro manejadas por políticos y sindicalistas incompetentes por fusiones, rescates y nacionalizaciones, 122.000 millones de euros, por ahora.  La burbuja inmobiliaria tuvo su comienzo en 1997 y duró hasta principios de 2008, cuando se produjo su estallido. También sus consecuencias. La peor de todas, el aumento de desahucios en aplicación de una obsoleta Ley Hipotecaria, el fraude de las cláusulas suelo, etc. Recordemos que El Tribunal de Justicia de la Unión Europea,  en sentencia de 17 de julio de 2014, declaró que la reforma de la Ley Hipotecaria que aprobó el Partido Popular vulneraba los derechos humanos.  En resumidas cuentas: al rey emérito no se le puede juzgar por actos de cualquier índole durante su permanencia en la Jefatura del Estado, dada la inviolabilidad de su persona en tan extenso periodo de tiempo.  Rato acaba de ingresar en prisión pero no ha devuelto ni un ochavo, salvo el dinero que había gastado de su tarjeta “black” en bebidas alcohólicas, marisquerías, viajes, perfumes, billetes de avión… Aquí no existe una “postverdad de la corrupción del PP”, como entiende Edurne Uriarte y hoy recuerda Burgos a los lectores. Y Burgos termina su artículo, “Pedir perdón”,  con este tirabuzón: “Un 79% de los encarcelados por las ‘tarjetas black’ de Caja Madrid son de izquierdas, pero aquí sólo sale Rato entrando en prisión. Y todos, además, sin pedir noblemente perdón. Como no lo pidieron nunca por sus 800 asesinatos los bilduetarras que llevaron a Sánchez a La Moncloa sin pasar por las urnas. Como no lo pidieron ni Pujol ni los catalanes del 3%. Como no lo han pedido ninguno de los 500 investigados por los 5.000 millones de euros desaparecidos por la corrupción en Andalucía. Como no lo pidieron ni Bárcenas ni los de la Gürtel. Como no lo pidieron los agresores de los guardias civiles de Alsasua. Como no lo pidieron los del golpe de Estado en Cataluña, ahora hará un año”. Vamos, la cosa parece clara: “Los españoles somos portadores de los valores eternos”, como dijo Primo de Rivera en el discurso fundacional de Falange Española en el madrileño Teatro de la Comedia. Aquí lo de menos es robar. Lo importante es saber pedir perdón, aunque no se devuelva lo robado.  A algunos tipos ya veo que les sale la vena judeo-cristiana por los poros de la piel y se vienen arriba en banderillas. Lo importante es mirar al tendido y quedar bonito. El resto son pejigueras.

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