viernes, 5 de octubre de 2018

Clifford y Laurent en Zaragoza



El daguerrotipo de Louis Daguerre, importado de Francia, acarreaba el problema de que no era replicable. El galés Charles Clifford y el francés Jean Laurent, fueron los fotógrafos que mejor explotaron comercialmente las nuevas técnicas fotográficas en España y contribuyeron a popularizarlas. Ambos recorrieron este país de arriba abajo y de norte a sur y dieron cuenta gráfica de un periodo histórico tormentoso. Ambos fueron, además titulados como “fotógrafos de su Majestad la Reina”, compartieron estudio en la madrileña Carrera de San Jerónimo y acompañaron a Isabel II en sus periplos por España. En 1852 se había pasado del daguerrotipo al calotipo,  técnica que producía un negativo posteriormente replicable en numerosos positivos. Y en 1856  se pasó a las placas de vidrio de colodión húmedo que reducían el tiempo de exposición a dos segundos y proporcionaban mucha más nitidez. La misma técnica que emplearía Jean Laurent,  un innovador que una década más tarde perfeccionaría el positivado con papel leptográfico. Como indicaba Alejandro Panes en un soberbio reportaje, “hay que entender que con estas nuevas técnicas el proceso fotográfico se agilizó y abarató llegando a más estratos de la población, no solo a las élites. La fotografía se consolidó como el medio de representación y perpetuación visual de la burguesía y la clase media. La sensación de memoria visual familiar se incrementó con los álbumes familiares y los árboles genealógicos fotográficos así como la imagen de los niños y de los muertos se materializó e inmortalizó más allá de los recuerdos. Numerosas fotos de reyes, políticos, emperadores o toreros comenzaron a venderse en establecimientos especializados inaugurando el culto visual a las celebridades. También se descubrieron las posibilidades propagandísticas de la fotografía que fueron utilizadas por la Corte de Isabel II durante sus viajes para promocionar su mandato”. Es curioso lo de “los niños muertos”. Por aquellos años se puso de modo fotografiarlos antes de ser enterrados para conservar  su recuerdo.  Los viajes de Isabel II se realizaron a Valladolid, Toledo y Extremadura (1858); Alicante, Baleares y Barcelona (1860), y Andalucía y Murcia (1862). Me viene a la cabeza que un año más tarde, en 1863, llegaba G.A. Bécquer al monasterio de Veruela, cercano a Tarazona, donde se alquilaban habitaciones desde la Desamortización. En aquel viaje a Barcelona, la reina aprovechó para pasar parte de las fiestas pilaristas en Zaragoza. Dos años antes, en 1858, comenzaban las obras del trazado ferroviario de Madrid a Zaragoza. Fue J.Laurent el encargado de registrar en sus negativos el avance de las obras por encargo de la Compañía MZA, haciendo copias a la albúmina a partir de negativos de vidrio al colodión húmedo. Clifford murió en Madrid en 1863 y Jean Laurent siguió haciendo fotografías hasta bien entrada la década de los 80. Dejó constancia de la inclinada Torre Nueva en Zaragoza, en la plaza de San Felipe, antes de su derribo en 1892, disparate que nunca nos podremos perdonar los zaragozanos. El Museo Universal reprodujo en sus páginas el arco de triunfo erigido en la puerta de Santa Engracia (M.U., núm. 42, p.332, 14/10/1860) y el templete levantado en la calle del Coso para recibir a Isabel II (M.U., núm. 49, p.392,02/12/1860). Ambos trabajos son de Clifford. Laurent murió en Madrid el 24 de noviembre de 1886.

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