lunes, 1 de octubre de 2018

Celaá, Celáa o Zeláa



La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá ha señalado a la Cadena Ser que “el Gobierno espera volver a invertir el 5% del PIB en Educación en dos o tres años. Largo me lo fía la señora Celaá. Dentro de tres años no sabemos dónde ni a qué se dedicará esta señora de apellido raro si continúa la "trama de los Diez negritos" auspiciada por la derechona. Tan raro, digo, que he tenido que bucear en el Rastro Heráldico para intentar saber de dónde proviene ese apellido estirado como la goma de mascar. Y de esas fuentes saco en conclusión que es  Casa en la anteiglesia de Zaldúa, en el partido de Guernica (Vizcaya). De ella procede Pedro el Viejo, esposo de Teresa de Barrutia, Señora de la Casa de Barrutia, en Garagarza, en el Concejo de Mondragón, en Guipúzcoa, y que ambos padres de Pedro y Barrutia el Mozo, que casó con María de Oro, y procrearon a Domingo de Celaá y de Oro, marido de María Ochoa de Gomixtiano, a la que hizo madre de Antonio,  Santuru, Martín, Domingo y Pedro. Todos esos hermanos eran vecinos de Mondragón en 1567. Antonio contrajo matrimonio con Marina García de Santa Marta, naciendo de este enlace Martín y Domingo de Celaá y García. Celaá es el 30.548 apellido más común en España, de los que hay censados 76 con Celaá como primer apellido, 85 Celaá como segundo y ninguno con Celaá en ambos apellidos. Lo de la tilde en la última  vocal es discutible, puesto que existe el apellido Celáa (o Zeláa). Por ejemplo, Juan de Andicano y López de Celáa, Conde de Monterrón (Mondragón, 1638 –Madrid, 1691), caballero de la Orden de Santiago, miembro del Consejo Real y Supremo de Castilla, alcalde de Casa y Corte y oidor de la Real Chancillería de Valladolid. En 1687 compró por 60.000 reales el señorío de la villa de Monterrón en Guadalajara, instituyendo un mayorazgo en el apellido Andícano, para el que Carlos II le concedió en 1689 el título de conde de Monterrón como recompensa a los servicios prestados, que no sé cuáles fueron. A su muerte dejó un legado de 100 ducados al colegio salmantino del Arzobispo, 8 millones de maravedíes garantizados sobre sisas de Madrid, amén de otras cantidades y bienes raíces, y entre los bienes muebles tasados constan en su testamentaría dos importantes colecciones: una de joyas y plata, y otra de ochocientos quince cuerpos de libros reunidos en la biblioteca de su casa de la calle de la Ballesta, en Madrid, en la que en 1689-1690 se había alojado su sobrino Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz y Sáez de Andícano,  heredero del mayorazgo de Bérriz,  y que 1685 había obtenido el grado de Bachiller en Cánones.

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