Recuerdo
que Ángel Soria contaba en su blog que "Eutiquio Cebollón Agüero, alias Papabuches, natural de La Alberca de Záncara se metió varilarguero
en la cuadrilla de Chico de Aralar
antes del tomate del 36. Al Eutiquio Cebollón Agüero, o sea, al Papabuches le
decían así por mal nombre ya que le gustaba un horror comer chuletas de buche
cuando malparía alguna burra. Hay gentes que para esto de la comida les da lo
mismo un roto que un descosido.
-- ¿Verdad usted que sí, don Catarino?
-- Ya lo creo, don Bardomiano.
Al Eutiquio Cebollón Agüero, una tarde en que tuvo que dar cuatro varas a un cinqueño de don Baltasar Ibán, se le astilló la vara y, una de las astillas le llegó desde la mano hasta el hombro por la vena basílica. ¡Jesús!, dicen que dijo Chico de Aralar, al ver el estropicio.
--
Corre y mea, le recetó, que es lo mejor para estos casos".
-- ¿Verdad usted que sí, don Catarino?
-- Ya lo creo, don Bardomiano.
Al Eutiquio Cebollón Agüero, una tarde en que tuvo que dar cuatro varas a un cinqueño de don Baltasar Ibán, se le astilló la vara y, una de las astillas le llegó desde la mano hasta el hombro por la vena basílica. ¡Jesús!, dicen que dijo Chico de Aralar, al ver el estropicio.
El
relato sigue con gran amenidad para el lector, pero no trae cuenta continuar
con él. No es mi intención apropiarme de lo que no es mío. No sé cómo terminaría
aquello, aunque yo entiendo que mear, en estos casos, no arregla el
desaguisado. Hay cosas que sólo se arreglan con el tiempo, o sea, cuando ya da
todo igual porque nadie atiende a lo que cuentas. La Alberca de Záncara,
también lo recuerda Ángel Soria, está en la provincia de Cuenca. Y en La
Alberca de Záncara se encuentra el cerro de Motejón, desde donde Carpófono Betoré tiraba la cohetería a
la nube para evitar que el granizo
pudiese arruinar la cosecha de rojas manzanas Fuji, que los lugareños cuentan que sabe a miel. En La Alberca de
la Záncara consiguieron que la Ley de la
Memoria Histórica, que había cambiado la calle Millán Astray por calle Alta,
volviese a recuperar su anterior nombre. Y en La Alberca de la Záncara había un
vecino, no sé si aún seguirá con vida, de nombre Anastasio Orozco Mainez, Caballero
Mutilado por la Patria como consecuencia de las heridas que sufrió durante
la prestación del servicio militar obligatorio, en el III Tabor, 11ª Compañía,
del Grupo de Tiradores de Ifni nº 1, en la defensa del puesto de
Tiugsa-Tagraga, el 27 de Noviembre y el 3 de Diciembre de 1.957, y que cuenta con tres medallas: Cruz de Guerra, Medalla de la Campaña Ifni-Sahara y de Sufrimientos
por la Patria. Ignoro si mear fue lo mejor en esos difíciles trances
para Eutiquio Cebollón Agüero, cuando se
le astilló la vara, para Anastasio Orozco
Mainez, cuando quedó herido en el sitio de Tiugsa-Tagraga, o para el gallego
José Millán Astray cuando quedó cojo, manco y tuerto. En fin, si quieres mear,
hazlo a sotavento. Es lo que tiene la parábola del agua.
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