El 28 de
abril de 2003 la Diputación Foral de Álava regaló a la ciudad de Tarazona de
Aragón un monolito dedicado a san
Prudencio de Armentia, discípulo de san
Saturio. Llegó a ser nombrado arcediano (archidiácono) en la ciudad del Queiles.
Tarazona de Aragón dispone de diócesis episcopal y constituye un laberinto
entre varios caminos: La Rioja, Navarra
y Castilla y León. Pese a ello, no dispone de ferrocarril, aunque llegó a tener
dos estaciones: la de Tarazona de Aragón, en servicio entre 1885 y 1972, en la
línea Tudela-Tarazona, cuyos trenes eran conocidos como el tarazonica o el escachamatas,
y la estación de Tarazona- La Nava, en la línea Soria-Castejón, que dejó de
estar hábil en 1996. También desaparecieron sus dos fábricas de cerillas, la
del Carmen (impulsada por el
empresario Emilio Pascasio Ruiz Lizarbe)
y la de San Francisco (Frauca y Cía y familia Lasa) cuando los fósforos fueron monopolios del Estado (desde
la Ley de Presupuestos de 30 de junio de 1892 hasta 1956), aunque arrendados al
Grupo Fierro. También existió otra
fábrica de cerillas en Cascante
(Navarra) impulsada por Ángel Garro
Falces y otras muchas fábricas en diversos lugares del territorio patrio
que resultaría largo enumerar. El monopolio de las cerillas dio comienzo
formalmente en la Península y en las Islas Baleares en febrero de 1893. Fue
establecido por quince años y se arrendó de inmediato al gremio de fabricantes
de fósforos al tiempo que se prohibía la instalación de nuevas fábricas en el
país. Se fabricaron tres clases de cerillas: las esteáricas (a partir de hilos
de algodón prensados y recubiertos con estearina), las de papel y las de
madera. Y las cabezas, compuestas de sulfuro de antimonio y clorato de potasio,
podían ser de seguridad o integrales. Ahí lo dejo. Recomiendo la lectura del
interesante trabajo de fin de Máster “David
y Goliat. La industria cerillera española en perspectiva internacional
(1892-1956” de Águeda Gil- López
(Universidad Complutense de Madrid); y
otro trabajo (2009) de Elena San Román: “Un zaibatsu fuera de
lugar. Los orígenes del Grupo Fierro (1870-1939)”. (Revista de Historia Económica, año
XXVII, nº 3, pp.499-532). En Japón, el término zaibatsu significa "camarilla
financiera" y define a un gran grupo de empresas que están presentes en
casi todos los sectores económicos, es decir, en todas las salsas. Si les digo
la verdad, quería haber escrito hoy algo sobre el 28 de abril, día en el que
los españoles acudiremos a las urnas, que así lo ha decidido Pedro Sánchez al no conseguir que
saliesen adelante en la Cámara Baja los Presupuestos presentados; o sea, un mes
antes de las autonómicas, municipales y europeas, previstas para el 26 de mayo.
Pero me ha salido otra cosa distinta: san Prudencio; las estaciones de
ferrocarril desvanecidas; las fábricas de cerillas turiasonenses en el recuerdo;
el poder inmenso de la familia Fierro;
la encrucijada de Tarazona de Aragón entre tres caminos…. Me he dejado en el tintero
muchas cosas interesantes, por ejemplo la prohibición española de la tenencia
ciudadana de encendedores de chispa en 1909 por evitar dentelladas de ingresos
al Erario Público. Lo que nunca previó ese Erario fagocitador e inmisericorde
fue que apareciese el chisquero Zippo
poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, pensado para las tropas norteamericanas
y que, en consecuencia, a partir de 1938 fue causa de que declinase el consumo
de cerillas de forma estrepitosa. No se pueden poner puertas al campo.
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