El columnista de ABC,
Hermann Tertsch
se acaba de lucir hoy con su artículo “¡Ya
está bien!” en las páginas de opinión de ese diario conservador. A propósito
de la inminente exhumación de Franco
en la Sierra de Guadarrama para ser enterrado donde dispongan sus familiares o,
en su defecto, donde decida el Gobierno, señala: “Abogados
advertían en burofaxes a funerarias y obreros que de obedecer ciertas órdenes
del actual jefe de Gobierno, incurrirían en un grave delito que podría
llevarlos a la cárcel para años. Nadie ha confirmado la inminencia de la acción
pero sí los preparativos para incumplir la ley, ignorar al Supremo, asaltar una
basílica con su extraterritorialidad, atropellar a los monjes titulares del
recinto sagrado, profanar la tumba, sacar al cadáver momificado y llevárselo en
contra de la voluntad de la familia del muerto y nadie sabe adónde”. ¿Quién le ha dicho a Tertsch que el
Gobierno que preside Pedro Sánchez pretende saltar por encima de las decisiones
de tan alta Magistratura? Doy por sentado, y me juego doble contra sencillo, a que
esos “abogados”, a los que hace
referencia Tertsch, son los patrocinadores
de la Asociación Francisco Franco
o de la familia del dictador, a la que España le interesa una mierda. Unos y
otros sólo pretenden que la momia del sátrapa siga en el Valle de los Caídos, cuyos enormes gastos de mantenimiento corren a
cargo de Patrimonio Nacional, es
decir, de todos los ciudadanos, sean trasladados a la cripta de Catedral de la Almudena, para que el
centro de Madrid se convierta en foco de peregrinación constante de fascistas
rencorosos y de nostálgicos de un pasado gris marengo e inquietante que no
volverá por más que se empeñe un ramillete de ultraderechistas de la más baja
estofa. Pero Tertsch no deja ahí la
cosa. Él, a lo suyo: “Se pretende tratar a Franco como si fuera un vulgar
genocida cuando es el origen incontestable de la legalidad que nos ha dado 40
años de democracia. Y que se funda en un orden tras una guerra civil trágica
cuya principal culpa es de todos, pero si de alguien más, de los perdedores”.
Mejor no sigo. Ahora resulta que la culpa del golpe de Estado de 1936 es de los
defensores de la legalidad de la II República, entonces vigente. Hoy, 22 de
febrero (aquel día Miércoles de Ceniza), hace justo 80 años de la muerte en el
exilio de Antonio Machado, que debía
de ser un basilisco rojo hasta la grosería, con hachones por patillas y un rabo
de siete colas con el que lanzaba trallazos a todo lo que se movía. ¡Lo que hay
que leer!
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