El próximo 22
de febrero se cumplirá el octogésimo aniversario de la muerte de Antonio
Machado en el modesto Hotel
Bougnol-Quintana de Collioure . Al llegar a ese destino
francés (28 de enero de 1939) se lo había recomendado el jefe de la Estación, Jacques Baills, diciendo al “sequito de
viajeros” compuesto de cinco personas (Antonio, su madre, su hermano José, la mujer de éste, Matea Monedero, y el escritor Corpus Barga) que él se hospedaba allí, que sólo estaba a 10 minutos de
recorrido. Antonio Machado y su madre lo disfrutaron poco tiempo: él tres días,
su madre seis. Antonio murió con 64 años, a las tres y media de la tarde de un
frío Miércoles de Ceniza. Su madre, Ana
Ruiz, moría justo el día en el que cumplía 85 años. El 5 de mayo de 1941fue expulsado post mortem del Cuerpo de Catedráticos de Instituto y no sería rehabilitado hasta
1981 como profesor de Lengua Francesa en
el Instituto de Enseñanza Media Cervantes
de Madrid. A su hermano mayor, Manuel,
le pilló el inicio de la Guerra Civil en
Burgos, en la Pensión Filomena. En 1938 fue nombrado miembro de la Real Academia
para ocupar el sillón con la letra N. Tomó posesión el 19 de febrero con el
discurso “Unos versos, un alma y una
época”, respondido por José María Pemán. En la entrevista que,
pocas horas después del fallecimiento del poeta (acaecida el 19 de enero de
1947), le hizo el diario Pueblo a José
María Zugazaga, éste, para mostrar el fuerte vínculo que unía a Manuel
Machado con la Real Academia Española,
aseguraba que “ahora tenía un trabajo que ha dejado incompleto, sobre temas
folklóricos de Rodríguez Marín,
trabajo que le encomendó la RAE”. A Rodríguez Marín le conocía Manuel Machado
de los tiempos de la Universidad de Sevilla, cuando ambos comenzaron a
interesarse por los cantos populares a través de la Sociedad del Folk-Lore Andaluz, que cofundó en 1881. En junio de
1940, Francisco Rodríguez Marín fue
nombrado director de la Real Academia de
la Lengua, falleciendo tres años más tarde. Manuel y Antonio fueron, en
fin, dos vidas paralelas que se truncaron por culpa de una guerra incivil. En
un bolsillo del gabán de Antonio encontraron unos versos inacabados: “Estos días azules y este sol de la infancia…”.
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