sábado, 16 de febrero de 2019

Estos días azules...



El próximo  22 de febrero se cumplirá el octogésimo aniversario de la muerte de  Antonio Machado en el modesto Hotel Bougnol-Quintana de Collioure . Al llegar a ese destino francés (28 de enero de 1939) se lo había recomendado el jefe de la Estación, Jacques Baills, diciendo al “sequito de viajeros” compuesto de cinco personas (Antonio, su madre, su hermano José, la mujer de éste, Matea Monedero, y el escritor Corpus Barga)  que él se hospedaba  allí, que sólo estaba a 10 minutos de recorrido. Antonio Machado y su madre lo disfrutaron poco tiempo: él tres días, su madre seis. Antonio murió con 64 años, a las tres y media de la tarde de un frío Miércoles de Ceniza. Su madre, Ana Ruiz, moría justo el día en el que cumplía 85 años.  El 5 de mayo de 1941fue expulsado post mortem del Cuerpo de Catedráticos de Instituto y no sería rehabilitado hasta 1981 como profesor  de Lengua Francesa en el Instituto de Enseñanza Media Cervantes de Madrid. A su hermano mayor, Manuel,  le pilló el inicio de la Guerra Civil en Burgos,  en la Pensión Filomena. En 1938 fue nombrado miembro de la Real Academia para ocupar el sillón con la letra N. Tomó posesión el 19 de febrero con el discurso “Unos versos, un alma y una época”, respondido por  José María Pemán. En la entrevista que, pocas horas después del fallecimiento del poeta (acaecida el 19 de enero de 1947), le hizo el diario Pueblo a José María Zugazaga, éste, para mostrar el fuerte vínculo que unía a Manuel Machado con la Real Academia Española, aseguraba que “ahora tenía un trabajo que ha dejado incompleto, sobre temas folklóricos de Rodríguez Marín, trabajo que le encomendó la RAE”. A Rodríguez Marín le conocía Manuel Machado de los tiempos de la Universidad de Sevilla, cuando ambos comenzaron a interesarse por los cantos populares a través de la Sociedad del Folk-Lore Andaluz, que cofundó en 1881. En junio de 1940,  Francisco Rodríguez Marín fue nombrado director de la Real Academia de la Lengua, falleciendo tres años más tarde. Manuel y Antonio fueron, en fin, dos vidas paralelas que se truncaron por culpa de una guerra incivil. En un bolsillo del gabán de Antonio encontraron unos versos inacabados: “Estos días azules y este sol de la infancia…”.

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