jueves, 7 de febrero de 2019

Raqueros



La expresión “esos tipos son unos raqueros” la escuché en alguna ocasión de boca de mi madre que, pese a haber nacido en Bilbao, había vivido parte de su infancia y toda su juventud en Santander. Y por “raqueros” entendíamos en casa más o menos lo que ahora se entiende en Cantabria, que en leguaje coloquial  se usa para referirse a personas maleducadas o malhabladas y que utiliza muchas palabras malsonantes.  Los raqueros, los otros raqueros, tienen hoy monumento en Santander. Lo cierto es que los “raqueros” eran unos niños que recibía tal apelativo de los tripulantes y pasajeros de los barcos ingleses en los que robaban. Raquero derivaba del inglés wrecker, que terminó castellanizándose el término como raquers, y de ahí raqueros.  Esos muchachos de finales del siglo XIX y principios del XX ya fueron descritos por José María de Pereda.  Señalaba ese escritor costumbrista que aquellos niños marginales frecuentaban las machinas de los muelles, donde existía el peligro de grúas de grandes dimensiones y de vías de ferrocarril, y acostumbraban a darse un "cole" en Puerto Chico, buceando en las aguas de la bahía para recoger las monedas que les lanzaba al agua, solo por distraerse, la gente con posibles. Aquellos pobres desheredados de la fortuna conseguían mediante el buceo algunas monedas que siempre venían bien para poder ayudar a la familia, si es que la tenían, ya que muchos de aquellos niños eran huérfanos. Lo que me horroriza es el concepto de “raquero” que ahora se aplica para definir a las personas maleducadas, esos raqueros que hablan a gritos, que arramplan con lo que pueden en los hoteles,  que desconocen cómo se utiliza el tenedor en la mesa, que jamás se quitan la gorra de visera en los espacios cerrados, que molestan con vocerío y risotadas a los vecinos de apartamento alquilado en la playa hasta las tantas de la noche, que barren la terraza hacia afuera, etcétera. Los otros raqueros, los descritos por Pereda, eran unos niños necesitados y que ahora, un siglo después, tiene estatuas en su recuerdo, donde los turistas de todo jaez se hacen fotos junto a ellas para enseñárselas a los conocidos a su regreso de vacaciones.

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