Ayer escribía sobre los menuceles y la importancia
que siempre tuvieron en Aragón en épocas de hambruna. Les señalé, también ayer, que dejaba
pendiente la receta de madejas de ternasco al estilo de cómo se hacen en el
restaurante Casa Pascualillo, calle Libertad, 5, dentro del laberinto de El
Tubo. Fue fundada en 1939 por el navarro llegado de Cataluña Pascual
Álvarez Pascual, abuelo del actual propietario, Guillermo Vela Álvarez, otrora marino mercante. En su extensa barra
de bar pueden degustarse sus famosas “cigalas
de la huerta”, es decir, ajetes tiernos a la plancha. El restaurante consta
de seis comedores y de una bodega del siglo XVI. En 2008 recibió el “Premio a la mejor cocina familiar” otorgado
por la Academia Aragonesa de Gastronomía. La transformación integral de ese
negocio llegó al poco de tomar las riendas Guillermo Vela, tras adquirir el
edificio entero, derribarlo con excepción de la histórica fachada y volverlo a poner en marcha, incluida
la hasta entonces infrautilizada bodega,
ahora convertida en sala de exposiciones, donde se conservan más de 800 botellas de whisky. A mi entender,
existen dos casa de comidas en Zaragoza fundadas el mismo año, Casa Pascualillo y Casa
Emilio (esta última regentada por Emilio Lacambra en El Portillo), que
deberían ser protegidas como lo son el cernícalo primilla y la chova pitirroja.
Por ambos establecimientos ha pasado a lo largo de tantos años los más
pintorescos personajes del mundo de la política, de la cultura y del
espectáculo. Y dicho eso, voy con la receta
de las madejas de ternasco de Aragón, también denominadas cordetas
y carullos, cuyos ingredientes son simples: tripas muy limpias de
intestino delgado de cordero, ajetes tiernos, aceite puro de oliva del Bajo
Aragón, sal y perejil. En su preparación será necesario limpiar bien las tripas
y enrollarlas alrededor de un ajete tierno a modo de eje. Las madejas ee pondrán
dentro de la una cazuela con agua fría
donde permanecerán sobre 10 minutos, tiempo necesario para que adquieran un
color blanquecino. A partir de entonces, se sacarán de la cazuela, se
escurrirán y se pondrán a freír en una sartén después de haber sido cortadas en
rodajas; a las que se añadirán ajo y perejil muy picados. Existía otro
establecimiento, el Bar Texas,
también situado en El Tubo, que cocinaba unas excelentes madejas, sin olvidar
sus excelentes papas bravas. Su dueño, Juan Lería, falleció en septiembre
pasado a los ochenta años y después de haber pasado sesenta de ellos detrás de
la barra.
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