jueves, 13 de enero de 2022

Campechanería


 

La gente con serrín en el cerebro mide a las personas por su apariencia externa: a las mujeres por el precio de su bolso y a los hombres por el precio de su reloj de pulsera. Si ella porta un bolso de Louis  Vuitton, o un Hermés Birkin Bag de cocodrilo fucsia con diamantes engarzados, no tarda en ser recibida por el director del banco en la planta noble de la oficina principal. El bolso es su mejor aval para tener la mayor complacencia de alguien, en este caso de ese director con aspecto de patrón de galera fenicia, que en circunstancias normales no se casa ni con su padre. Algo parecido sucede, como digo, con el tipo que portas en la muñeca un Rolex Daytona o un Lange  & Söhne. En un país como el nuestro, donde un pantalón vaquero puede llegar a costar más dinero que un traje a medida, y roto por la pernera más todavía, ya nada puede sorprendernos. Hace pocos días, un tuitero hacía un comentario sobre unos pantalones vaqueros 'pachwork' de Louis Vuitton que llevaba puestos la hija de la infanta Elena, Victoria Federica, de un coste de casi 2,000 euros. Todo un insulto para los ciudadanos hartos de pagar impuestos, conscientes de que el sueldo mínimo interprofesional de muchos cabezas de familia es de 965 euros brutos mensuales. El tuitero señalaba: "Victoria Federica representa como nadie la cultura del esfuerzo, porque quieras que no para comprarte vaqueros de 2.000 euros tienes que ir hasta la calle Serrano, probártelos, y es una pereza...". No cabe duda de que Victoria Federica ha heredado la campechanía de su abuelo materno, el Rey emérito, vistiendo de vaqueros como los plebeyos cuando se montan en el metro antes de que salga el sol para ir al tajo; o como el que lleva el cuidador único de una macrogranja de esas que critica, acertadamente por cierto, el ministro Garzón por su evidente maltrato animal;  o como llevaban los vaqueros de La Ponderosa, en la serie "Bonanza"; o como vestía sin complejo alguno Letizia Ortiz cuando compartía pisito madrileño con una hermana en el número 40 de la calle de la Ladera de los Almendros, en Valdebernardo. Posiblemente el uso generalizado de prendas vaqueras nos hará a todos más monárquicos y más deseosos de adquirir un castillo en El Tirol en cómodos plazos a partir de ahora. Apuesto doble contra sencillo.

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