lunes, 24 de enero de 2022

El Novio de la Muerte no encuentra acomodo

 


Leo en la prensa de ayer (El Debate) el artículo “La estatua del legionario que nadie quiere colocar”, firmado por Luis E.Togores, y que realizó Salvador Amaya con motivo de su centenario (1920-2020). No encuentro la razón de esa falta de atrevimiento, tratándose de un pedestal que, como bien indica Togores “representa a  9.722 muertos, 35.200 heridos, más de 1.000 desaparecidos… en total 46.000 bajas. Siete Laureadas de San Fernando Colectivas y 22 Medallas Militares. 23 Laureadas de San Fernando individuales y 211 Medallas Militares”. Ya puestos, ¿por qué no se quita el monumento a Eloy Gonzalo en el barrio de Embajadores? Una estatua inaugurada el 7 de junio de 1902 por Alfonso XIII y que hace referencia a los héroes de Cuba en 1896, obra del escultor segoviano Aniceto Marinas y pedestal de José López Sallaberry. La actual Plaza de Cascorro (en honor de una pequeña población cubana) reúne cada fin  de semana a muchos madrileños, que se mueven entre los diferentes puestos del mercadillo de  “el rastro”. Con anterioridad en el tiempo aquella fue una plaza pintada por Goya y que más tarde sirvió de escenario a sainetes de don Ramón de la Cruz. La estatua representa a un soldado (Eloy Gonzalo) jugándose la vida con un fusil, una soga y una lata de gasolina dispuesto a prender fuego a una caseta en la que resistía un grupo de mambises cubanos. Aquello le valió al valiente soldado la concesión de  la Laureada de San Fernando. Un año más tarde murió en un hospital de Matanzas “a consecuencia -se describe textualmente en una nota- de una infección intestinal provocada por la mala alimentación del ejército español en la isla”. En el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid se conserva otra nota, la que acompañaba al recién nacido cuando fue depositado de forma anónima en la inclusa de la calle Mesón de Paredes, de Madrid, a las 11 de la noche del 1 de diciembre de 1868: “Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel. Abuelos maternos, Santiago y Vicenta”. Quiero pensar que el actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, no se decide a colocar la estatua del legionario por estar inmerso en la vuelta atrás de las placas callejeras que cambió la alcaldesa Carmena por respeto a la Ley de la Memoria Histórica. El Novio de la Muerte también tiene manchas negras en su ya largo historial, como corresponde al hecho de haberse puesto al lado de los rebeldes en la trágica tarde-noche del 17 de julio de 1936. Quizás, por esa razón, el alcalde de Madrid entienda que no es el momento oportuno de hurgar en las heridas.

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