viernes, 14 de enero de 2022

La precuela interminable

 


Cuenta Jaime Peñafiel que Jaime Alfonsín, Jefe de la Casa de Su Majestad, le dirigió al rey Juan Carlos el 3 de agosto de 2020  en presencia de Felipe VI para darle la siguiente información: “De orden de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, tenéis que abandonar Zarzuela y España”. Y Juan Carlos abandonó Zarzuela y España sin rechistar. No le quedaba otra. Ha pasado el tiempo y el rey emérito quiere volver cuando se resuelvan los “asuntos de la Fiscalía”. En Literatura, también en el cine, se llama precuela a dar comienzo a una novela, o una película, donde termina la anterior. Durante mucho tiempo, gran parte de la prensa de este país se dedicó a halagar al anterior monarca de forma vergonzosa y a ocultar sus demasías como el que esconde las barreduras debajo de la alfombra. Ya decía Jorge Luis Borges que es necesario tener cuidado al halagar a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos. Aquellos mismos periodistas acostumbraban a decir que en España ya casi no quedaban “franquistas”, que la mayoría de los ciudadanos se había transformado en “juancarlista”. ¿Qué era eso de ser “juancarlista”? A mí me parece que la mayoría de los ciudadanos no eran “ni chicha ni limoná”, que estaban hartos de escuchar pamplinas a tutiplén a mayor gloria de una Constitución, la del 68, donde se había colado de rondón el espinoso asunto de la forma de Estado y hacer buena una decisión tomada por el dictador Franco, saltándose a la torera el escalafón de la dinastía borbónica. Era una venganza enfermiza contra Don Juan, al que odiaba, pese a ser el heredero de los derechos dinásticos de la Casa Real, y pese a haber  enviado a Franco diversas cartas en un vano intento por unirse al bando rebelde. Por todos es sabido que desde 1941 Don Juan no cesó en sus intentos para derrocar a Franco del poder, y hasta llegó a buscar el apoyo  de la Alemania nazi para reinstaurar la monarquía en España, pero los alemanes le aseguraron que no estaban interesados en su propuesta. Así, en 1942, Don Juan  manifestó por primera vez de forma pública su aspiración a ocupar el trono. Hasta que, en  1945, con el conocido Manifiesto de Lausana, Don Juan se enemistó para siempre con el dictador; que, en 1947, tomó la decisión de hacer la “Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado”, donde se especificaba que él mismo sería el encargado de nombrar a su sucesor a título de rey. Un año más tarde, en 1948, Franco y Don Juan se reunieron el en “Azor” y tomaron el acuerdo de de mandar a su hijo de 11 años a estudiar a España. Finalmente, el 22 de julio de 1969, en pleno extraordinario de las Cortes, Franco propuso a Juan Carlos como sucesor y las Cortes lo aceptaron por mayoría absoluta: 491 votos a favor, 19 en contra y 9 abstenciones. Franco tenía entonces 77 años y Juan Carlos, 31. Don Juan, una vez conocida la “traición” de su hijo, salió a navegar en el “Giralda”. Nunca sería Juan III, rey de España.

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