domingo, 30 de enero de 2022

Vuelve la mula al trigo

 


La decisión tomada por el abad de Montserrat y el Memorial Democrátic (organismo responsable de la memoria histórica a la Generalitat) de retirar una escultura en recuerdo de 319 requetés muertos en combate durante la Guerra Civil parece que no ha gustado a la derecha. El conjunto escultórico está formado por una estatua que muestra a un requeté malherido mirando hacia la montaña de Montserrat, y una placa donde se podía leer: “Recorda el seu exemple i sacrifici. Terç de Requetès Mare de Déu de Montserrat 1936-1939”, con el escudo requeté añadido y la Laureada de San Fernando. Los requetés allí enterrados fue decisión de sus familiares ante la optativa de ser trasladados a Cuelgamuros. Los tercios de requetés fueron unidades de choque equivalentes a a batallones que participaron  principalmente en el Frente de Aragón y en la Batalla del Ebro. El número de efectivos aproximando fue de 60.000 soldados y 1.600 oficiales. En el momento de producirse el golpe de Estado la consigna interna de los carlistas era la de encontrarse en Pamplona, por lo que muchos cruzaron la frontera francesa y llegaron a la zona sublevada. Los antiguos líderes carlistas catalanes Mauricio de Sivatte y José María Cunill optaron por formar una unidad de combate propia a partir de los carlistas catalanes "exiliados", separada de las demás fuerzas rebeldes. Aquella, bajo la dirección de Cunill, que en principio iba a llamarse “San Jorge”, decidió finalmente denominarse “Virgen de Montserrat”. Hasta enero de 1938 estuvo integrada en la V División Orgánica de Zaragoza, después en el V Cuerpo de Ejército, integrado en el Ejército del Norte. La bandera de la sección de choque era negra con la tradicional calavera de las tropas carlistas y las aspas de borgoña sustituyendo a las tibias. El Tercio fue disuelto oficialmente el 26 de octubre de 1939, y sus miembros licenciados después de una subida a la montaña de Montserrat donde entregaron la bandera del Tercio al monasterio.​ Hoy, Pérez-Maura, en El Debate, vuelve con la mula al trigo, señalando que aquellos 319 requetés (cuyas biografías fueron publicadas) murieron cantando el Virolai. ¡Y él qué sabe! Ese columnista indica que “murieron defendiendo la Fe católica”, y añade que “el monumento se erigió para recordar la actitud espiritual con la que murieron los combatientes del Tercio de Montserrat, con el corazón puesto en Dios y la mirada fija en su Madre celestial, la Moreneta”. Se olvida decir ese plumilla que gran parte de aquellos jóvenes procedían de familias burguesas y acomodadas opuestas frontalmente a la Segunda República. El 1 de mayo de 1961 el abad Aureli M. Escarré bendijo la cripta hecha por suscripción popular. Dos años después se colocó una placa en el exterior y en 1965 se instaló la estatua en bronce de un soldado carlista malherido. La inauguraron el capitán general Luis de Lamo y el abad coadjutor Gabriel Brassó. Un año después la visitó Franco. Como bien señalaba Josep Playà en La Vanguardia (23/01/22)  “el pasado mes de abril desde la abadía se propuso colocar una nueva placa más acorde con la ley de Memoria histórica que dijese: “El levantamiento militar de una parte del ejército contra el gobierno legítimo de la República española incitó una cruel guerra civil, de la que se derivó una larga dictadura franquista. Esta cripta, erigida en memoria de los muertos del Terç de Nostra Senyora de Montserrat, debe servir también para recordar todos los muertos de la guerra civil en el frente y la retaguardia, así como las víctimas de la represión del régimen dictatorial”. Pero no hubo consenso. Se añade en la crónica de Payà que Carlos Javier de Borbón-Parma, aspirante carlista al trono, ha recordado que “los Requetés del Terç no eran franquistas ni murieron por Franco”. Le ha faltado decir que el golpe de Estado de 1936  contra la República fue sólo la broma de unos militares africanistas borrachos y ociosos, pero que los españoles carecemos de sentido del humor y todo lo convertimos en tragedia.

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