Anson se acuerda hoy en "El Imparcial" de Angélica Diddell, o sea, Angélica González, la directora, escritora, directora de escena y actriz bautizada en la misma pila
que Dalí, cuando señala que tiene el día un poco cabrón. Sí, un día cabrón y
una mala baba de espanto. Y como tiene el día de esas maneras, retuerce el
colmillo y ataca a todo lo que se mueve. Y, también, contra todo lo que se movía
con ocasión de la pasada fiesta del “Cervantes”. Dice este hombre: “Allí, entre
las columnas de mármol viejo del Palacio Real, los insultantes dorados, las
alfombras rientes, cabe las esculturas sin sexo, estaba la entera decadencia de
las Letras españolas, amén algunas excepciones. Allí se pavoneaba el escritor
de pelo desdeñoso, la hembra altiva y pedernal, el novelista de las manos
glotonas, el periodista con panza de chimpancé, la cineasta de hombros
memorables, el genuflexo cortesano, el caraculo del dramaturgo de pitiminí, el
merengoso político, el poeta en la ceniza y la aristócrata de las bragas de oro
más deseadas de España con sus ojos del color del musgo”. No deja títere con
cabeza. Ya hace unos días (28 de diciembre) arremetía contra el juez Castro con
la misma agresividad que lo había hecho unos días antes, el pasado 23 de
diciembre. Cuenta ahora: “En su afán de lucirse y convertirse en estrella,
persiste en encontrar fórmulas para imputar a la Infanta. Está dando
muestras de una obsesiva ojeriza, rebuscando hasta en los cubos de basura para
descubrir algo que le permita actuar conforme a sus deseos, no conforme a la
justicia”. Anson debería tener cuidado con lo que escribe. El que un día se
creyese salvador de los Luca de Tena poniéndose al mando de un ABC entonces moribundo,
pretende ahora arremeter contra todo aquel español que no piensa como él. Está
claro que Luis María Anson no sabe qué es un Estado de Derecho. Pero hombre, ¡a
estas alturas…!
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