Si el Partido Popular fuese un
barco, podría decirse que tiene una fisura en la línea de estribor, o sea, en
el lado derecho mirando hacia proa. Y por esa fisura abierta le entra tanta agua que encharca bodegas y parece
insuficiente el trabajo de las bombas de achique. La derecha de la Derecha se marcha a Vox,
el nuevo partido de Ortega Lara y Abascal. El primero en abandonar el barco del
PP ha sido Alejo Vidal Cuadras, pero parece previsible que le seguirán otros
políticos de peso. Tampoco Mayor Oreja desea ir a las europeas como cabeza de lista
del PP; Aznar ha justificado su ausencia durante la próxima convención de
Valladolid por un viaje a Filipinas,
Londres y Estados Unidos; María San Gil echa leña al fuego con el tema etarra; y
Luis María Anson, desde El Imparcial, hace una premonición: “La indiferencia
del presidente del Gobierno ante lo que está sucediendo es suicida. Suicida con
grave perjuicio para España porque el PP no tiene hoy una alternativa moderada.
El retroceso del PSOE no deja otro camino para el centro izquierda que aceptar
un Frente Popular ampliado que radicalizaría la vida española”. La pasada
madrugada murió el ultraderechista Blas Piñar, que en sus arengas (muchos nos
acordamos todavía de sus apariciones endiosadas en Alcubierre) advertía del
avance de los rojos y de la división de España. Y por si todo eso fuese poco,
el FMI ha avisado a España que la bajada de salarios no ha sido suficiente. Si
no fuera de mala educación, a Christine Lagarde habría que administrarle la
receta con la que De Guindos despachó a una corresponsal de Canal Sur a las
puertas del Eurogrupo en Bruselas, cuando al preguntarle Marisa Doctor por el
precio de la gasolina, el ministro la mandó a un lugar de mal acomodo. Todo un
exabrupto que da idea de cómo las gastan estos gobernantes cuando creen tener
el micrófono cerrado. Este Gobierno, por si no lo sabe Anson, está volviendo a
colocar a España en el más cochambroso rincón de la Historia.
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