
Por aquello de la igualdad de género,
uno ya no sabe muy bien si la gaviota que lleva el Partido Popular en su
emblema es en realidad una gaviota o una gavina. A veces lo pongo en duda y me
parece no ver ni una cosa ni la otra, sino un albatros. El macho de la gaviota
es más grande que ha hembra, tiene más colorido en la parte del cuello y
utiliza un sonido muy peculiar para que la hembra, o sea, la gavina, se fije en
él. También, en las alas de los machos hay una franja negra. Se me olvidaba algo destacable: los machos tienen pene. Me viene ahora a la memoria un artículo de José Luis Martín Prieto (“La Gavina de la gaviota”, El Mundo,
11/05/2009). Contaba Prieto: “El
mítico don
José Ensesa regentaba en la costa
gerundense su Hostal de la Gavina, un
oasis de exquisitez entre jardines esplendorosos, donde para bajar a cenar se
exigía esmoquin a los caballeros y vestido largo a las damas. Allí se presentó
un inspector de turismo franquista para levantar acta de la categoría del
local. Obligó horteramente a colocar un televisor en cada habitación. Ensesa se
enfureció: « ¿Pero usted se cree que mis clientes vienen aquí a ver
televisión?». Hubo de ceder y esconder los televisores en mueblitos
confeccionados al efecto. El rábula de Fraga
sonrió ante lo que creyó ser su mejor baza: «Tiene usted que españolizar los
rótulos y poner gaviota». Don José le tiró el diccionario de la Academia donde
el cagatinta comprobó humillado que gavina y gaviota son sinónimos en español
aunque los puristas se inclinan porque la primera es el femenino de la segunda.
Las imposiciones idiomáticas llevan generalmente a la idiocia”.
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