Le tomo el título al ensayo jurídico
escrito por el italiano Cesare Beccaria
en 1764, donde su autor se propuso revelar las carencias judiciales de su
tiempo. Señala hoy en el diario ABC Bieito Rubido en su artículo “Delito, delincuente y pena” que “en la
España de hoy estamos más preocupados por los delitos monetarios que por los de
sangre. Una infracción fiscal merece más años de prisión que un asesinato. Este
es el país en el que se perdona más fácilmente a un terrorista criminal que a
un ciudadano que no haya pagado sus impuestos. Si esto es así, y lo es, tenemos
una enfermedad social grave”. No estoy de acuerdo con Rubido. Los asesinos en
España van a prisión por el tiempo que marca en Código Penal. Sin embargo,
muchos de los delincuentes que aparecen en la lista de Bárcenas y en el caso
Gürtel, con todas sus ramificaciones y piezas separadas, continúan campando por
sus respetos. Algo parecido sucede con los casos ERE en Andalucía, las tarjetas
black, la visita papal a Valencia, la
trama Púnica, etcétera, etcétera. El caso del “3 por cent”, el caso Adif, el
caso ACM, el caso Acuamed, el caso Abogados (en Melilla), el caso Adigsa, el
caso Eexpa, el caso Ahora Madrid, el caso Asesores, el caso Arena, el caso
Arona, el caso Arcos, el caso Asesorías, el caso Estapa, el caso Atarfe, el
caso Ático Estepona, el caso Atlante, el caso Atlético, el caso Auditori
Paterna, el caso Auditorio, el caso Nóos, el caso AVE, el caso Avión Privado,
el caso Ayuntamiento San Fernando, el caso Bahía Competitiva, el caso Baltar,
el caso Banca Catalana, el caso Banesto, el caso Bankia (salida a Bolsa), el
caso Bárcenas, el caso Barraca, el caso Gea Condar, el caso Benagéber, el caso
Beniferri, el caso Berzosa, el caso Biblioteca, el caso Bitel, el caso Blasco,
el caso Bolsos, el caso Bonsai…, no sigo, me canso. Muchas otras causas
pendientes, por desgracia, han quedado prescritas. Dígame, Rubido, ¿cuántos responsables
de esos casos permanecen en la prisión? Aquí es una enfermedad democrática
grave que un partido, el Partido Popular, que sustenta al Gobierno, cuente en
su haber con más de 900 imputados y que apenas está iniciando su andadura en
los tribunales. La misteriosa lista de la caja B de Bárcenas y la destrucción de los discos duros de los ordenadores
son datos a tener en cuenta en las próximas decisiones judiciales donde, por
parte de testigos e imputados, existe una gran amnesia colectiva. Termina señalando Rubido: “Tenían razón
aquellos que nos advirtieron en el pasado: vendrán nuevos tiempos y serán
peores”. Sí, sobre todo cuando el Gobierno aplica indultos inmerecidos. Recuerdo cuando el Tribunal Constitucional
declaró “inconstitucional y nula” la amnistía fiscal de Montoro, aprobada por el
Gobierno con aquel Real Decreto-ley 12/2012, de 30 de marzo. Aquella declaración del
T.C no tuvo efecto sobre los contribuyentes que ya habían regularizado su
situación con Hacienda y que, prácticamente, se fueron de rositas. Como afirmó
el secretario de Estado de Hacienda, José
Enrique Fernández de Moya: “la sentencia del Constitucional cuestiona el instrumento
normativo pero avala la regularización, por lo que no tiene
ningún tipo de consecuencia”. Y se quedó tan ancho.
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