sábado, 10 de marzo de 2018

¡Ojalá que te vaya bonito!




La Fundación Francisco Franco acaba de nombrar a Juan Chicharro Ortega, general de división de Infantería de Marina en la reserva y ayudante de campo del rey emérito Juan Carlos I durante cuatro años, presidente ejecutivo de esa, para mí,  vergonzosa Institución. Hace menos de una semana, en su carta de presentación, Chicharro hacía referencia a Franco como “un hombre, hoy atacado con saña por los mismos enemigos a los que derrotó en la guerra, y en la paz, y olvidado por una sociedad relativista que tanto le debe”, para también referirse a la “inmensa labor social, gracias a la cual sacó a España de la miseria”. Se nota que ese militar está acostumbrado a las peroratas cuarteleras. Sólo le faltó referirse a las “tres madres” para poner la guinda en su pastel. Pero dijo más: “Hoy cuando vemos tambalearse la unidad de España, cuando vemos como se derriban cruces, cuando vemos asesinos terroristas recibiendo homenajes, cuando la corrupción política se hace asfixiante, cuando vemos peligrar las pensiones y como se incrementan las desigualdades sociales, la figura de Francisco Franco se acrecienta en la historia”. En la actualidad, Chicharro escribe columnas de opinión en el periódico online República.com,  posicionado como de centro reformista, fundado por Pablo Sebastián en 2010 y que dirige en la actualidad Pilar Gassent. Un diario digital que, dicho sea de paso, me merece todos los respetos y que desde su origen tuvo tres grandes objetivos, que comparto: la elección directa del presidente del Gobierno por sufragio universal; las listas abiertas para elegir diputados y senadores; y el deseo de que los órganos de gestión del Poder Judicial y del Tribunal Supremo sean elegidos por los Cuerpos Judiciales, sin intervención del Gobierno ni del Parlamento. De la misma manera, respeto y aplaudo que en ese medio informativo tengan cabida todas las ideologías. Pero no por ello dejo de reconocer que Juan Chicharro, al que respeto, nunca debería haber presidido una fundación, en este caso la Fundación Francisco Franco,  intolerable en países de nuestro entorno, como Francia (con una democracia más antigua y consolidada que la nuestra) o Alemania. ¿Acaso se permitiría en Francia una fundación que llevase el nombre de Pierre Laval? ¿Acaso permitiría Alemania tener una fundación que llevase el nombre de Adolf Hitler? La Constitución Española define claramente la misión de las Fuerzas Armadas. No abundaré en ello. Pero la Constitución Española no puede ser, de ninguna de las maneras, utilizada al antojo de los gobernantes de turno sin consultar previamente al pueblo soberano. En este país se reformó uno de sus artículos, el 135, el 27 de septiembre de 2011, de la forma más infame para limitar el déficit estructural a los márgenes establecidos por la UE. Y en aquella reforma, sin encomendarse a Dios ni al diablo, PP y PSOE acordaron con urgencia (y con alevosía, aprovechando el periodo vacacional y sin buscar consenso) que el pago de la deuda pública gozaría de prioridad absoluta antes que la lucha contra un paro galopante que se nos comía por los pies y que produjo  considerables recortes en Sanidad, Educación y Servicios Sociales. Ambos partidos políticos, aquel 27 de diciembre de 2011,  se pasaron por el forro el artículo 1, apartado 2 de la Constitución, que señala: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. No cabe duda de que la Patria es anterior a la Constitución, pero el patriotismo, a veces, tiene más peligro que una metralleta en manos de un simio. Ay de aquellos que dicen: “¡Por España, todo por España!”, cuando ese “todo por España” equivale a hacer prevalecer bastardos intereses. En fin, Chicharro, como dicen en Colombia: “¡Ojalá que te vaya bonito!”.

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