sábado, 7 de diciembre de 2019

Elogio del café "Regil"



Recuerdo, de niño, cuando mis abuelos paternos enviaban desde Madrid un paquete por navidades que contenía productos de consumo no fáciles de encontrar en la tienda de comestibles del pueblo de la Vega del Jalón en el que yo me encontraba. Me refiero a dulce de guayaba en caja de madera, conos de rapadura, gofio,  frijoles negros…, productos todos ellos fáciles de encontrar en la isla de La Palma, la isla española más próxima al continente americano y de donde procedían los Herrera (de San Andrés y Sauces); una parte importante de mis antepasados paternos, alguno de ellos emigrados a Cuba cuando esa isla todavía formaba parte de España. Allí nacieron mi abuela, en Remates de Guane, provincia de Pinar del Río, y mi padre, en La Habana. Aquel paquete, digo, contrastaba con otro que enviaban mis otros abuelos desde Santander y que contenía sobaos pasiegos, hojaldres de Torrelavega, sacristanes de Liérganes, (aquellas galletas en forma de lazo), queso, algún embutido y varios botes de café “Regil”, entre otras viandas. La casa Regil nació en 1853 y su fundador fue un  emigrante español,  José Peral Revuelta, procedente de “La Montaña”, (nombre como era conocida la provincia de Santander fuera de sus fronteras antes de que se llamase Cantabria y  se cercenara de Castilla la Vieja), creando en el pueblo de Regla, más tarde en La Habana, un  un tostadero de café. Dado el éxito de su negocio, llegó a Cuba desde España un sobrino, Ángel Regil Peral, para trabajar con él, haciendo aún más prospero su negocio. A la muerte de  José Peral Revuelta, en 1881, Ángel Regil se trasladó a Guanabacoa, más tarde a La Habana, para continuar con el próspero tostadero. Luego arribaron a Cuba otros sobrinos: Abilio, Félix y José Carral Regil, que años después se harían cargo de la dirección de la empresa. Sucesores de los hermanos  Carral y Regil serían también otros parientes llegados desde España: Enrique y Domingo Trueba Regil, naturales de Arredondo (Cantabria), gerentes de la sociedad desde 1933. Una vez consolidada la sociedad, José María Serna y Emilio Pérez Trueba idearon el envasado el café molido en botes herméticos con el nombre registrado de “Regil”. Recuerdo que  aquellos botes verdes y con tapa, una vez vacíos, se utilizaban en la cocina de casa para guardar café molido con el que hacíamos cada mañana “café de puchero” en la época de los ruidosos molinillos de cajoncillo y manivela. Eran como cajitas de música con sonido de carraca monocorde de penitente en procesión de Viernes Santo. ¡Hay que ver lo que cundieron aquellos foramontanos!

No hay comentarios: