En una cita previa del libro “Solo de trompeta” (Prensa y Ediciones Iberoamericanas, Madrid, 1965;
col. Los libros de doña Berta; 1987) Antonio
Fernández Molina señala: “Con el título "La chochez de Alcibíades" escribió
mi maestro una sátira profética, que he buscado en vano entre sus papeles
inéditos". Alcibíades fue sobrino carnal de Pericles. Pero Fernández Molina alude a Antonio Machado, en “Juan
de Mairena”, donde aparece ese escrito textual. Tirando por el camino más corto, se me ha ocurrido leer la
tesis doctoral “Pensar poético y eutopía cívica en Antonio Machado”, de Antonio Jesús Carrillo Burgos
(Universidad de Almería), por ver si con su lectura sacaba algo en limpio. No mucho, la verdad. Juan de Mairena (Sevilla, 1865- Casariego de Tapia, 1909) fue un
ficticio profesor de gimnasia y retórica creado por Machado y al que describe
como “poeta, filósofo, retórico e inventor de una Máquina de Cantar”, y al que
presenta como alumno del maestro apócrifo Abel
Martín (Sevilla, 1840- Madrid, 1898). No existe tal localidad en Asturias,
pero sí Tapia de Casariego, en el concejo del mismo nombre. Diego Taboada Varela, en su artículo “¿Por qué Juan de Mairena?”, hace referencia a Montalbán. ” Decía Montalbán -y así lo señala Taboada- que Mairena era
quizás el más liberal de todos los liberales que hubo nunca en este tragicómico
país, en donde discrepar sobre todas aquellas bobadas que suelen metérsele en
la cabeza a la masa y a sus representantes políticos es y seguirá siendo
considerado como un síntoma de arrogancia o prepotencia, cuando no de locura.
Los borregos son y serán así toda su vida: cuando balan y ríen juntos cogen
mucha fuerza, y si alguna oveja negra decide pensar y decidir por sí misma,
sentirán aún más placer en ridiculizarla. El miedo y la ignorancia, que suelen
ir de la mano, no perdonan a la apertura mental y a la falta de certezas o
verdades opiáceas. Tanto en nuestra vida cotidiana como a altas esferas. Tanto
en anónimas pero reales historias cotidianas como en públicas manifestaciones
de principios, el loco es y seguirá siendo aquel o aquellos que no barren hacia
el sol que más calienta. La psiquiatría tranquiliza mucho a aquellos individuos
demasiado seguros de su propia cordura, por eso el loco nunca será escuchado
por el mero hecho de haberse ganado, por unánime y unilateral consenso, y sin juicios
previo, la etiqueta de ‘loco’; y así,
por arte del birlibirloque y el consenso semántico aceptado en masa, el loco de
turno y sus sólidas razones suelen quedar casi siempre relegadas al cajón de
las verdades que conforman el culo y la trastienda de una sociedad hipócrita,
incapaz de reírse de sí misma y de las medias-verdades que considera como
sagradas e insustituibles”. Ya lo dijo Pirandello:
Así es (si así os parece).
No hay comentarios:
Publicar un comentario