Francisco
José Carrera de la Fuente, de Ginzo de Limia de nación y
biólogo de profesión especializado en Zoología, es en la actualidad portavoz
del Grupo Parlamentario Vox de la Comisión Especial sobre Financiación
Autonómica en Murcia. Un biólogo, digo, que al estar especializado en Zoología
se le supone conocedor de esos roedores,
al menos de los más comunes: el conejo
blanco Hotot, que es un cruce del conejo mariposa con el conejo gigante de
Flandes; el conejo Toy, pequeño y de
aspecto dulce y adorable; el conejo
belier, de orejas caídas y largas; el conejo
rex, afectivo y juguetón; el conejo
cabeza de león, con pelaje largo alrededor de la cabeza; el conejo angora, originario de Turquía;
el conejo arlequín, que siempre es de
tres colores; el conejo californiano,
de pelaje blanco excepto en su nariz, sus orejas, sus patas y su cola, que son
de color negro; el conejo común europeo, que suele ser gris., etcétera,
y a los que nunca se les debe administrar coliflor, patata, cebolla y ajo.
Dicho eso, me gustaría saber la razón por la que Carrera de la Fuente ha
calificado como “conejos” a los hijos
de madres solteras durante un debate en la televisión de esa Comunidad Autónoma,
donde se estaba debatiendo el descenso de la natalidad. Cuando la moderadora
del programa le pidió que retirara lo dicho, él se negó. Y agregó: “Yo no retiro nunca nada, porque lo
que digo es lo que pienso. Solamente en el confesionario igual lo hago, pero en
una mesa de estas no". A decir verdad, España es tierra de conejos, si
tenemos en cuenta que los romanos habían dado el nombre de Hispania (del fenicio ʾi-špʰanim) a
la Península Ibérica, que significa “isla de conejos” o “tierra abundante en
conejos”, uso recogido por Plinio, Cicerón, Catón, Tito Livio y
otros. De hecho, en unas monedas acuñadas durante la época de Adriano, aparece la personificación de Hispania como una dama sentada con un
conejo a sus pies. Por otro lado, Miguel
de Unamuno afirmó en 1902 que el nombre de España bien podría derivar el
euskera Izpania, que tiene dos
etimologías, ya que la voz “iz” puede
significar “mar” o “palabra” o “lenguaje”. Por lo tanto, la palabra Izpania (compuesta por las voces “iz” y “pania”, que significa dividir, quiere decir, la tierra que divide
el mar. Por último, los griegos llamaron (H)Esperia
a Italia y a España por encontrarse a occidente. Otros entienden que la palabra
procedía del dios Pan. ¿Sufrirá el
limiano Carrera de la Fuente, ahora disfrazado de ultraderechista, de mixomatosis?
Porque una persona en su sano juicio (bien sea político o bien sea vendedor de
estufas catalíticas) no dice ni en privado y después de trincarse cuatro
güisquis de garrafa que los hijos de mujeres solteras son conejos. El marqués de Iria Flavia, también gallego
aunque de Padrón, decía muchas cosas, la mayoría de ellas acertadas. Y dejó escrito:
“El mundo se divide en dos clases: los
amigos y los hijos de puta”. Luis Eduardo Aute, que no era gallego
sino que había nacido en Manila, fue más lejos todavía, y lo expresó de otra
manera: “El
mundo se divide
en dos bloques: en gente hijos de puta y en gente
de puta madre”. Lo dejo ahí, para que
cada uno se mire en su propio espejo. Ya conocen el poema “El forastero”, de Borges:
“El
rostro que se mira en los gastados espejos de la noche no es el mismo. Nunca es
el mismo”.
“En una habitación numerada
afeitará después ante un espejo
que no volverá a reflejarlo
y le parecerá que ese rostro
es más inescrutable y más firme
que el alma que lo habita
y que a lo largo de los años lo labra”.
Francisco José Carrera de la Fuente, limiano de
nación y hoy político afiliado a Vox de profesión, me produce estupor cuando
confunde a un conejo con el hijo de una mujer soltera. Debería mirarse en el
espejo antes de acostarse. Seguro que se vería como un pequeño Hitler en pijama, o su figura se
reflejaría deforme, como si se contemplase de cuerpo entero en los espejos madrileños
del pasaje de San Ginés. Carrera de la Fuente, de la fuente que mana, corre y
dice tonterías, ya puestos, quizás podría haber dado juego como prototipo
valleinclanesco en “Luces de Bohemia”.
Al menos, hubiese pasado a la Historia.
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