Tengo la manía de leer cada día el santoral del taco
de calendario. Hoy me ha sorprendido leer, entre otros, el nombre de María Crucificada de Rosa y he tenido
que buscar en uno y otro sitio por saber
quién había sido esa mujer elevada a los altares. He sabido por fin que fue una
religiosa y enfermera de Brescia nacida en 1813, que dedicó su vida al servicio
de los pobres, que fundó la Comunidad de
las Siervas de la Caridad y que murió un día como hoy en 1855. Se acaba el año,
seguimos sin Gobierno y, al menos en mi caso, sin haber comprado todavía las
tabletas de turrón y las botellas de sidra “El
Gaitero”, ese champán de los pobres imprescindible en la cena de
Nochebuena. Como digo, seguimos sin Gobierno, pero Pablo Iglesias, en un arranque de valentía sólo comparable a cuando
Churruca perdió una pierna en la batalla de Trafalgar y colocó su muñón en un barril de harina para
mantener el equilibrio y seguir dando órdenes de ataque contra los navíos
ingleses hasta morir desangrado, ha dado a entender, no sabemos si por el bien
de España, que preferiría no ser él vicepresidente del nuevo Gabinete, que optaría
a que lo fuese Irene Montero, la
mujer con la que comparte vida, colchón y casoplón en La Navata. ¡Chupa del
frasco! Antonio Maestre dice hoy en Eldiario.es que “viene una generación en
España de hombres jóvenes adoradores del fascismo”. Aprovechando que la mañana
ha salido soleada, me voy a acercar hasta las orillas del Ebro, con las
precauciones necesarias por venir crecido, por ver cómo beben los peces en el río.
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