José
Ángel Biel escribe hoy un artículo en El periódico de Aragón, “Escasos
de líderes”, en el que me sorprenden varias cosas por él escritas. Una de
ellas, referente a los liderazgos; la otra, referente a las banderas. Biel
sostiene que “líder es aquel que sabe por dónde andan los cuatro puntos
cardinales y sus variantes (…) lo que desgraciadamente no tenemos en España. O
los que hay, son muy mayores”. Biel termina su escrito –cito textual- con “un
par de banderillas”. Se pregunta: “¿Ha pensado el lector por qué cuando en la
calle aparece la bandera ‘franquista’ de España –con los símbolos, por cierto,
de los Reyes Católicos (será por lo del yugo y las flechas)– se la tacha, con
razón, de inconstitucional, y sin embargo no se considera así a la bandera
republicana? Lo que no entiendo es por
qué a Biel le guste más la denominación “comunidad histórica” que “nación”. Le recomendaría la lectura de “Las nacionalidades” de Francisco Pi y Margall, que publicó en
1876, época en la que los aragoneses de entonces se reían con el chascarrillo
del “chufla, chufla…”, por la llegada del ferrocarril. Lo que no termino de entender, del
mismo modo, es por qué a principios de los 80 Biel tuviese una intervención
decisiva en el llamado grupo de Montalbán,
pidiendo a todos los alcaldes de UCD (por entonces Biel todavía no militaba en
el PAR) que requirieran el acceso a la autonomía por la vía lenta del artículo
143 de la Constitución en vez de por el artículo 151. En la tercera reforma del
Estatuto de Autonomía de Aragón desarrollada
en 2007, Biel, junto con su partido, y
eso es lo asombroso, formó parte de los que decidieron de dejar a Aragón sin
una financiación fija (9’45%) de los Presupuestos del Estado, en función de la
extensión de su territorio, población y PIB. Pues bien, estoy de acuerdo con
Biel en que tanto la bandera rojigualda con el escudo del águila de san Juan
como la bandera tricolor de la Segunda República son hoy inconstitucionales
(artículo 4.1 de la Constitución Española
de 1978). Pero, puestos a matizar, la primera de ellas y su escudo son
consecuencia de un golpe de Estado en 1936, que derivó en una guerra civil y en
los casi cuarenta años siguientes de la dictadura de un sátrapa. La segunda,
fue la enseña nacional adoptada en la Constitución Española de 1931. Fue
entonces cuando los componentes del Congreso de los Diputados entendieron que
los colores de la bandera nacional representaban a la corona de Aragón y se
decidió introducir el color morado por (decían) representar a Castilla. Cosa distinta es
que no se interpretase en 1931 la tonalidad correctamente, puesto que el pendón de Castilla es rojo carmesí.
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