domingo, 22 de diciembre de 2019

¡Chufla, chufla...!



José Ángel Biel escribe hoy un artículo en El periódico de Aragón, “Escasos de líderes”, en el que me sorprenden varias cosas por él escritas. Una de ellas, referente a los liderazgos; la otra, referente a las banderas. Biel sostiene que “líder es aquel que sabe por dónde andan los cuatro puntos cardinales y sus variantes (…) lo que desgraciadamente no tenemos en España. O los que hay, son muy mayores”. Biel termina su escrito –cito textual- con “un par de banderillas”. Se pregunta: “¿Ha pensado el lector por qué cuando en la calle aparece la bandera ‘franquista’ de España –con los símbolos, por cierto, de los Reyes Católicos (será por lo del yugo y las flechas)– se la tacha, con razón, de inconstitucional, y sin embargo no se considera así a la bandera republicana?  Lo que no entiendo es por qué a Biel le guste más la denominación “comunidad histórica” que “nación”.  Le recomendaría la lectura de “Las nacionalidades” de Francisco Pi y Margall, que publicó en 1876, época en la que los aragoneses de entonces se reían con el chascarrillo del “chufla, chufla…”, por  la llegada del ferrocarril.  Lo que no termino de entender, del mismo modo, es por qué a principios de los 80 Biel tuviese una intervención decisiva en el llamado grupo de Montalbán, pidiendo a todos los alcaldes de UCD (por entonces Biel todavía no militaba en el PAR) que requirieran el acceso a la autonomía por la vía lenta del artículo 143 de la Constitución en vez de por el artículo 151. En la tercera reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón desarrollada en 2007,  Biel, junto con su partido, y eso es lo asombroso, formó parte de los que decidieron de dejar a Aragón sin una financiación fija (9’45%) de los Presupuestos del Estado, en función de la extensión de su territorio, población y PIB. Pues bien, estoy de acuerdo con Biel en que tanto la bandera rojigualda con el escudo del águila de san Juan como la bandera tricolor de la Segunda República son hoy inconstitucionales (artículo  4.1 de la Constitución Española de 1978). Pero, puestos a matizar, la primera de ellas y su escudo son consecuencia de un golpe de Estado en 1936, que derivó en una guerra civil y en los casi cuarenta años siguientes de la dictadura de un sátrapa. La segunda, fue la enseña nacional adoptada en la Constitución Española de 1931. Fue entonces cuando los componentes del Congreso de los Diputados entendieron que los colores de la bandera nacional representaban a la corona de Aragón y se decidió introducir el color morado por (decían) representar a Castilla. Cosa distinta es que no se interpretase en 1931 la tonalidad correctamente, puesto que el pendón de Castilla es rojo carmesí.

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