viernes, 20 de diciembre de 2019

Dislates impunes



Lo que cuenta hoy en El País Juan José Millas, en su artículo “Pillaje”, mete el dedo en la llaga. Como bien dice, “pagar impuestos significa ceder parte de lo obtenido en la fábrica, en la oficina, o donde quiera que usted y yo nos ganemos la vida, al Estado, que mantendrá con ese dinero la sanidad pública y la educación, por poner dos ejemplos, además de construir viviendas de protección oficial que se ofrecerán en alquileres asequibles a ciudadanos cuyos salarios no alcanzan para competir en el mercado libre de este bien de primera necesidad”. Lo malo llega cuando algunos alcaldes irresponsables venden esas viviendas a especuladores que aumentarán el precio de los contratos a los inquilinos, o los dejará en la calle por falta de recursos. El caso de lo acontecido en Madrid siendo alcaldesa Ana Botella da idea de cómo se las gastan ciertos politicastros de mierda cuando hacen determinadas transferencias de renta. Una alcaldesa que lo fue de rebote, al ser designado ministro de Justicia Ruiz Gallardón. Un ministro y una alcaldesa, por cierto, que nunca dieron la talla y certificaron con sus dislates como buena la teoría del “Principio de Peter”. “Los euros –como bien señala Millás- que hace poco estaban en nuestros bolsillos se encuentran ahora en los de los tipos que no dan un palo al agua porque viven de darnos palos a los demás. Pero lo más triste de todo, si es que existe algo más triste, es lo que viene al final del artículo: “Pongamos que los afectados [en el caso de los pisos malvendidos desde el poder público a esos sinvergüenzas] se asocian para denunciar el atropello. Pasan años, se producen desahucios, defunciones naturales y suicidios. Finalmente, quizá al cabo de un lustro, un magistrado falla en contra de la operación. ¿Cómo se repara el daño originado?”. De ninguna de las maneras.

No hay comentarios: