Algunosmonárquicos rayanos en el plebeyismo más acendrado entienden que el
coronavirus podría haberse llamado tricolorvirus, que a la Corona no hay que nombrarla
en vano, como decía el catecismo de Astete
con respecto a Dios. Yo no sé, pero el miedo siempre guarda la viña, y la
amenaza de la Organización Mundial de la Salud, referida a la posible expansión
del virus hasta convertirse en una posible pandemia, parece ser más preocupante
para algunos en lo referente a la cuestión económica que a la sanidad pública.
Esto es de locos. Si los números no salen, el país está perdido con el turismo
en expansión. Hoy, Antonio Burgos,
en su “recuadro” de ABC de Sevilla,
señala que la capital de Andalucía “suma 4.600 locales para comer y beber frente
a las 3.750 camas de hospital” y que eso es señal de buen a salud. Recuerda una
frase atribuida al Marqués de las
Cabriolas que decía “bebe a gusto y olvida los disgustos”. He tenido que leer
el blog de Isaac Albéniz para saber quién fue ese personaje. Hay que
remontarse al año 1926, cuando un grupo de amigos que formaban la peña “Curdis Estomacales” solicitaron al
Ayuntamiento la concesión de una caseta para la Feria de Abril. Les fue
concedida un año después con el número 77, lo que dio pie para que creasen la “Peña El 77”. El título Marqués de las
Cabriolas (no nobiliario sino simple apodo) le fue concedido por el grupo de
amigos a Luis Martínez Vice,
presidente de la Peña, nacido en la céntrica calle de San Eloy el 29 de agosto
de 1891. Trabajó en el Bazar El Sevillano
y fue banderillero del malagueño Matías
Lara,”Larita” y más tarde se colocó el La
Previsión Española como cobrador de recibos. Pero el “título” de Marqués de
Cabriolas se lo pusieron cuando sus reuniones en el Manicomio de “Er 77” se trasladaron al barrio de Nervión (Cardenal
Lluch, 16). Con motivo de una fiesta de san José, invitaron a Luis Martínez
Vice a una cabalgata, a la que apareció disfrazado “a la Federica” y los vecinos, muy guasones, le crearon ese título.
Llegó a tener hasta secretario particular, José
Martínez López, jefe del obrador de la Confitería
la Campana, al que los amigos llamaban graciosamente“Conde
de las Natillas”; un pintor de
cámara, Braulio Ruiz Sánchez “Caballete”
y hasta ungran poeta particular, Hilario Gutiérrez Gil. En aquel “Manicomio” de Nervión se rindió
homenaje en 1954 al caballo Babieca,
el de la estatua del Cid Campeador, por haber sido excluido en la Semana del Caballo de Jerez de la
Frontera. El homenaje consistió en un desfile de burros por delante de la
estatua ecuestre. Más tarde esos pollinos participantes recibieron medio kilo
de cebada de los almacenes de cereales de Manuel
Espinosa (calle Adriano, 16). A sus dueños les fueron ofrecidas unas copas
de vino español de las casas del Real
Tesoro de Jerez; manzanilla “clásica”
de Florido Hermano, de Sanlúcar
de Barrameda; y coñac “Centenario”, de Terry. El Marqués de las Cabriolas murió el 10 de enero de 1959.
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