Yo le aseguro al lector que no es necesario tener
ocho apellidos vascos para ser un excelente degustador de chicharro, o jurel,
que de las dos formas se denomina al más exquisito pescado de nuestros mares y
sobre el que no existe la suficiente “cultura" culinaria en Aragón. Así lo percibo cuando me acerco al puesto del
pescadero. Es un pescado azul que se caracteriza por tener grandes escamas y
una placa punzante en todo su lomo, desde la cabeza hasta la cola. Se puede preparar de varias
maneras; frito, asado, escabechado, a la plancha, a la parrilla… Se suele decir, con razón, que tiene muchas
espinas. Sobre todo si es pequeño. El secreto consiste en sabérselas quitar y
eso se aprende con la práctica. A mí me encanta de dos maneras, al horno y en
escabeche. Lo primeo de todo es decirle al pescadero que le quite la piel con
sus escamas y la placa de la línea latera. Ojo, no todos los pescaderos saben
hacerlo de forma ortodoxa. Yo me he llevado muchas sorpresas. Hoy me referiré
al chicharro en escabeche. Para ello, pongamos por caso un kilo, será necesario
disponer de los siguientes ingredientes: dos cebolletas picadas, ocho dientes
de ajo, una hoja de laurel, una
cucharada de pimentón dulce, media de pimentón picante, medio litro de aceite
puro de oliva, un cuarto de vinagre de jerez, un cuarto de vino blanco seco,
harina y sal. El chicharro, ya abierto en trozos, se pasa por la harina, se
fríe durante diez minutos a fuego suave con diez cucharadas de aceite, se escurre
y se deja en un plato. En una cazuela se pone el aceite, las cebolletas, el ajo,
el laurel y algo de sal. Pasado ese tiempo, se le agregan los trozos de
chicharro, el resto del aceite, el vinagre de jerez y el vino blanco. Hay quien
prefiere utilizar vinagre de sidra. Yo me inclino más por el vinagre de jerez.
Da otro sabor. Se deja todo ello hervir cinco minutos para que el vinagre
pierda fuerza. Una vez retirado del fuego se deja enfriar. Si es posible, es
mejor tomarlo trascurridas varias horas. Si alguien decide comerse alguno de los ajos
sueltos que hay en la cazuela, tendrá la seguridad de que durante dos días no
se le acercará el acreedor para reclamarle una deuda. Es otra de las muchas
virtudes del ajo: el gucósido de azufre. Pero no importa. El ajo es
antiséptico, expectorante, antioxidante y favorece la buena circulación, con
alto contenido en vitamina C, vitamina B6 y manganeso. Y si encima de todo
logra alejar el fantasma del “cobrador
del frac”, miel sobre hojuelas.
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