Tal día como hoy, hace ya 47 años, moría cerca de
Madrid Manolo Caracol, el rey de la
zambra, cuando se dirigía en el Dodge
Dart a su tablao Los Canasteros, en
la céntrica calle de Barbieri, como bien se encarga de recordarnos cada año Manuel Bohórquez en El Correo de Andalucía. En ese sentido,
escribía Bohórquez hace justo un año en
ese diario que “la desgracia llegó cuando
casi no se habían repuesto los
sevillanos de la pérdida de Pastora
Pavón y Pepe Pinto, que murieron
en 1969, ni de la de Niño Ricardo, que lo hizo en 1972".La “estirpe” de Manuel Ortega Juárez se remonta, al menos que yo sepa, al siglo XVIII, o sea desde su tatarabuelo, Antonio Monge Rivero, casado con María Bara Gallardo y con la que tuvo
al menos 7 hijos, gitano, carnicero de profesión y natural de Cádiz, más conocido como El Planeta, el más antiguo cantaor de flamenco del que se tienen
registros, según referencias del malagueño Serafín
Estébanez Calderón en su libro “Escenas
andaluzas”, publicado en 1847.La figura de El Planeta
con la guitarra en la mano (él siempre se acompañaba a la guitarra) ha quedado
perpetuada en la única imagen disponible, recogida en el grabado realizado por
su contemporáneo Francisco Lameyer.
Existe otra referencia suya en un artículo de José Carlos de Luna (ABC, 27 de mayo de 1962) donde lo presentaba
como nacido en Málaga y aseguraba que fue quien pagó la llave de plata del
cante concedida en el Café Sin Techo
de Málaga a Tomás El Nitri. Manolo
Caracol fue biznieto de Francisco
Fernández Bohigas, más conocido como Curro
Dulce, quien además de dominar todos los cantes (en seguidillas no tenía rival) fue puntillero (entonces se decía
cachetero) en la plaza de toros de Cádiz, tratante en caballerías, e hijo de Manuel Ortega Fernández, más conocido
como Caracol el del Bulto por tener
un gran quiste en el cuello; que siendo mozo de espadas de su primo Joselito el Gallo, al llegar a la
madrileña estación de Atocha y asustarse por el soplido de vapor que lanzaba la
locomotora, la miró y le gritó aquello de “esos cojones en Despeñaperros”.
Cuando su hijo Manolo tuvo cierta fama, le acompañaba en sus viajes. Una de sus
tareas consistía en liarle cigarrillos y tenérselos preparados en el camerino
donde luego recibía a las visitas, las agasajaba, y presumía del buen tabaco
que gastaba. Se cuenta que, en cierta ocasión, el padre olvidó liarle los
cigarrillos a Manolo. Ante su evidente enfado, su padre le contestó: “Mira Manolito, hijo, no te pongas así, porque
en un momento dao yo digo que este tabaco es de contrabando y te
detienen”. El apodo de “Caracol” se lo puso Gabriela Ortega Feria, madre de Joselito, su tía, el día que éste
tiró al suelo una olla de caracoles. Ella le gritó “¡Anda, caracol!”. En fin,
por terminar, se cuenta que un día alguien le preguntó a Manolo Caracol: “Cuando
usted muera, ¿qué?”. Y él, tras permanecer unrato
pensativo, contestó: “¡Ojú, qué lío!”.
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