sábado, 22 de febrero de 2020

Apretando, qué



Hoy encuentro en La Vanguardia dos artículos, uno complementario del otro, donde se hace hincapié en la carencia de armonización fiscal en España. Aquí no hay café para todos, eso está claro, como sería lo deseable. En este país hay competencia desleal entre territorios que agrava considerablemente el “cabreo nacional”. Uno de los artículos a los que aludo es de Enric Juliana; el otro, de Màrius Carol. Juliana hace referencia al debate territorial, donde aparece un nuevo protagonista: la España vaciada. Señala en ese sentido: “La cristalización política de la España interior modifica la discusión (la eterna tensión entre Madrid y Barcelona, la pervivencia de los fueros vasco-navarros, fueros que Ciudadanos ha dejado de combatir, puesto que así se lo ha exigido el Partido Popular para formalizar sendas coaliciones electorales en Navarra -mayo 2019- y el País Vasco -febrero 2020- o la capacidad de veto de Andalucía, por ser la autonomía más poblada y la que más diputados aporta al Congreso), puesto que en un próximo ciclo electoral la proliferación de candidaturas provinciales al estilo de Teruel Existe podría fragmentar todavía más el Parlamento. Más que la unidad de España, está en juego la vertebración de España como consecuencia de una acentuación de las desigualdades sociales y territoriales”. (…) “En este contexto cobra fuerza el debate sobre el ‘oasis fiscal’ de Madrid. Llaman la atención estos días las maneras desabridas con que las autoridades locales de la capital de España afrontan una discusión que les incomoda”. Y  Carol, por otro lado, hace referencia a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, por  declarar que “es imprescindible una armonización fiscal en España para que el sistema no sea injusto. No vale que un gobierno baje en Madrid, Andalucía o Murcia los impuestos y luego los demás que los pagan tengan que cubrir la diferencia de ingresos”. Y ante este incierto panorama,  por un lado el Gobierno anuncia que rebajará “coyunturalmente” de 35 a 20 el número de peonadas necesarias para poder acceder al subsidio agrario; por el otro, Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, como si se tratase de un sindicalista liberado, descorbatado y greñudo, o de un chuleta de autos de choque, que uno ya no sabe muy bien a qué juega ese político, anima a agricultores y ganaderos a “seguir apretando”. ¡Pero apretando contra quién? ¿Contra el Gobierno que él vice preside? Por favor, que alguien me lo explique.

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