domingo, 17 de abril de 2022

Fingidores de alegrías



E
l catedrático de Estructura de la Información en la Universidad de Sevilla Ramón Reig, que conoce bien el alma del andaluz, cuenta al referirse a nuestro particular Celtiberia  Show que saca a la calle todos los sonidos negros durante la Semana Santa, lo siguiente: “Yo creo que el sevillano y el andaluz son unos fingidores de la alegría, no son alegres en el fondo. La Semana Santa, Semana Grande de Pasión, es más auténtica que la Feria. Aún resuena en mis oídos la frase ‘Andalucía, la tierra más rica del mundo con los hombres más tristes del mundo’, como dijeron los andalucistas de Antequera en el siglo XIX y los de la Asamblea de Ronda a finales del segundo decenio del siglo XX”. Cierto. Ya ha pasado todo: las procesiones, los tambores retumbando, los cofrades, los cirios, las manolas enlutadas con peineta y rosario, las peanas iluminadas, las dolorosas, los romanos, los penitentes, el olor a incienso…, la vida vuelve a la normalidad. Recuerdo un refranillo que decía: “A mal cristo, mucha sangre”. Estaba relacionado con aquellos imagineros mediocres que ponían mucho color rojo a sus tallas policromadas para que todo pareciese más realista y agrandase la devoción de los creyentes. Sostiene Caroline Walker Bynum (1941), profesora emérita de la Universidad de Columbia, que “la sangre derramada representa tanto el asesinato como el nacimiento. Acusa y libera
a la vez”. De hecho, la misa no es cosa distinta a un sacrificio incruento llevada a cabo  sobre un altar donde la transubstanciación se vive de manera realista. Por otro lado, la búsqueda del Grial, la copa usada por el Mesías en la Ultima Cena, y que más tarde usó José de Arimatea para recoger la sangre y agua manadas ya de un cadáver tras la lanzada de Longinos, ha dado lugar a multitud de leyendas. José Antonio Garmendia, personaje de grato recuerdo y “preciado tesoro de sevillanidad”, como le definió Antonio Burgos en el prólogo de “La taberna de El Traga”, disfrutaba mucho viendo los pasos de las procesiones y con todo aquello que estuviese relacionado con la Pascua florida. En cierta ocasión, alguien le preguntó si le gustaba la Navidad. Garmendia, muy serio, le contestó: “Mire usted, si le digo la verdad a mí lo que me gusta es cuando lo matan”, en referencia a la Semana Santa.

 

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