lunes, 4 de abril de 2022

Placa al soldado desconocido

 


Me entero de que el Ayuntamiento de Zaragoza ha “bautizado” dos calles de esta ciudad con los nombres de  Agustina Simón y de Pedro Lázaro. La primera fue una enfermera voluntaria de ideología carlista. Desde el Gobierno de Aragón se ha señalado  respecto a Pedro Lázaro que "el hecho de morir en el frente no identifica a un soldado como franquista o defensor del bando sublevado si, como es probable, fue llamado a filas como soldado de quinta o reemplazo". Pues menos mal que, como aclaran, sobre ellos existe poca información. Lo único que se conoce de Lázaro es que era vecino del zaragozano barrio de Jesús. En el caso de Agustina Simón se ha tenido en cuenta” su lado humanitario”. Debajo de cada una de esas placas, el Ayuntamiento ha colocado otra placa de mármol, la de ella con una inscripción que reza: "La ciudad de Zaragoza recuerda aquí a sus hijas e hijos que como Agustina Simón, cayeron muertos al servicio de su vocación humanitaria y en el ejercicio de su piadosa labor de auxilio sanitario y consuelo anímico a las personas heridas en una terrible guerra entre españoles, que no debe repetirse jamás”. Pero no se detalla a qué guerra se hace referencia. Algo parecido sucede con la placa con inscripción de Lázaro: "La ciudad de Zaragoza recuerda aquí a sus hijos, que como Pedro Lázaro, murieron en los frentes de un terrible y cruel guerra entre españoles que no debe repetirse jamás". Tampoco se da noticia de la guerra en la que murieron combatiendo. Claro, dicho así, cuando pasen los años los ciudadanos de entonces ignorarán si éstos murieron luchando contra los franceses, o defendiendo no sabemos qué causa. Para evitar confusiones, a mi entender, deberían haber concretado en las placas que ambos murieron durante la Guerra Civil que siguió a un golpe de Estado en 1936 contra el Gobierno legítimo de la Segunda República.  Por cierto, ambos, Pedro y Agustina, murieron en el bando de los rebeldes, uno luchando como soldado raso; y la otra, ayudando a salvar heridos. Los dos merecen mi respeto, pero no el nombre de dos calles. No fueron los únicos muertos, que a mí me conste. De cualquier manera, que sepa la vicealcaldesa y consejera municipal de Cultura y Proyección Exterior, es decir, la economista militante en Cs encargada de lanzar los misiles de los despropósitos fuera de nuestras lindes, Sara Fernández Escuer, que le consultaré, si tengo ocasión, al catedrático de Historia Contemporánea, Julián Casanova, si existen o no existen ciudadanos con mayores merecimientos para ser recordados. Lo que diga Julián Casanova, señora encargada de la Proyección Exterior y de los Grandes Expresos Europeos, para mí va a misa. Porque de Sara Fernández no me fio nada. Es capaz de lanzar un misil hipersónico Kinjal (“daga”, en ruso) contra la Sierra de Armantes y decir a la prensa que cuando apretaba el botón suponía que inauguraba el adefesio de la plaza de Santa Engracia.

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