martes, 26 de abril de 2022

La epopeya de un club nonagenario

 


El alcalde de Zaragoza, el populista Jorge Azcón, llevaba en su programa electoral para alcanzar la Alcaldía hacer un nuevo estadio de fútbol para el Real Zaragoza, que este año cumple el nonagésimo aniversario de su fundación.  Desde entonces a acá han sucedido muchas cosas. El equipo de fútbol, que lleva en su palmarés seis campeonatos de Copa, una Supercopa, una Copa de Ferias, y una Recopa de Europa, no pasa por sus mejores momentos, ya que desde 2013  se encuentra sumido en el hoyo de la Segunda División. En 2019 se produjo un cambio en el accionariado, con un reducido grupo procedente del ámbito empresarial y económico regional, donde el control del club pasaba a manos de César Alierta Izuel, (que a través de su sociedad Prado de Altaoja, controlaba el 49% del capital), además de la familia Yarza (con Gredinco), Juan Forcén (con Sport Around The World)  y Carlos Iribarren (con Tecnoiragin), que controlaban en torno a un 14% cada uno de ellos. Los accionistas minoritarios representaban  el 9% del capital social. Pero en diciembre de 2021 llegaron las discrepancias entre los accionistas minoritarios y Alierta. Tampoco asistieron a la Junta General Ordinaria (21 de diciembre) ni Fernando de Yarza López Madrazo, ni Forcén, ni Iribarren ni Fernando de Yarza Mompeón. Todos ellos delegaron su voto en el presidente del club Christian Lapetra. El capital social del Real Zaragoza era en esos momentos de 6’3 millones de euros. La decisión del resto de los accionistas mayoritarios quedó condicionada a que el Real Zaragoza estuviese  “matemáticamente salvado” y no peligrase su descenso a Segunda B. El club alcanzó una deuda de 124 millones de euros y el fantasma de un descenso administrativo de categoría se hizo presente. Pese a ello, llegaron varias ofertas de compra. Quedaba lejos el año 2014, cuando la Fundación Zaragoza 2032 encabezada por Alierta adquirió  el 72% de las acciones a Agapito Iglesias y el otro18% quedaba en manos de minoristas. La oferta del grupo mexicano Orlegui Sport se desinfló como un globo cuando las negociaciones parecían ir por buen camino. “Sólo faltaba -según señalaba la prensa local- poder atar pequeños flecos”. Esos “pequeños flecos” era el cashflow, que no terminaba de llegar; ¡casi nada lo del ojo! y que nunca llegó. Lo de Orlegui Sport fue solo comparable a aquel engaño a Franco por parte de Filek con la gasolina vegetal “filekina”. ¡Qué risa! También llegó el invento de la Cope sobre la oferta de compra del club zaragocista por parte de dos consejeros del Betis: José María Gallego y José Miguel López Catalán. Todo fue una farsa. Más tarde apareció la oferta de un nuevo grupo inversor, encabezado por el empresario Jorge Mas Santos. El pasado 22 de marzo, en una reunión en Madrid se cerró el último acuerdo. Se constituyó una cuenta con 16,5 millones de euros en CaixaBank para el pago de las acciones y el levantamiento de los avales de César Alierta, la familia Yarza, Juan Forcén y Carlos Iribarren. Raúl Sanllehí sería el futuro director general del club. Colorín, colorado. Ahora solo falta saber en qué quedará lo del nuevo estadio. De momento eso no lo sabe ni el que inventó la pólvora.

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