sábado, 30 de abril de 2022

Tonto, tonto..., mierda, mierda

 



Que a estas alturas del siglo XXI todavía existan problemas con las deslindes y amojonamientos parece increible. En lo que respecta a fincas, existe el artículo 384 del Código Civil. Pero cuando se trata de demarcar límites territoriales provinciales o regionales la cuestión parece más complicada. Es entonces cuando compete al Instituto Geográfico Nacional resolver los conflictos. Existe un litigio entre las comunidades de Aragón y Castilla-La Mancha que no termina de solucionarse, concretamente entre Albarracín y Cuenca. El Ayuntamiento de Cuenca defiende la deslinde provincial y de las Comunidades Autónomas de Aragón y Castilla la Mancha en el nacimiento del río Tajo y Albarracín en el monte número 12 Vega del Tajo, que afecta a una superficie de 2.000 hectáreas. Los límites de esa Comarca (de 1.414 kilómetros cuadrados) son los siguientes: al norte con el Jiloca, al oeste con el Señorío de Molina-Alto Tajo (provincia de Guadalajara), al sur con la provincia de Cuenca y al este con la Comunidad de Teruel. En ese sentido, el alcalde de Albarracín, Michel Villalta, entiende que  “históricamente el aprovechamiento de este monte siempre lo ha realizado la ciudad de Albarracín y la Comarca de la Sierra de Albarracín con los 24 municipios que componen la serranía. Los aprovechamientos han sido micológicos, madereros, apícolas, de pastos, cultivos y de caza”. Esos pueblos son Bezas, Bronchales, Calomarde, Frías de Albarracín, Gea de Albarracín, Griegos, Guadalaviar, Jabaloyas, Monterde de Albarracín, Moscardón, Noguera de Albarracín, Orihuela del Tremedal, Pozondón, Ródenas, Royuela, Rubiales, Saldón, Terriente, Toril y Masegoso, Torres de Albarracín, Tramacastilla, Valdecuenca,  El Vallecillo y Villar del Cobo; además de las pedanías de Collado de la Grulla, el Cañigral, El Membrillo, las Casillas de Bezas, San Pedro, Valdevecar y Valle Cabriel. El conjunto de esos municipios, que cuenta con alrededor de 5.000 habitantes, en ocasiones toma decisiones insólitas. Así, en octubre de 1986, se opusieron de forma mancomunada a la permanencia de la reserva nacional de ciervos en los Montes Universales “por los daños que -según decían- ocasionaban en las cosechas y pinares”. La reserva comprende una extensión de 59.260 hectáreas y contaba por aquellas fechas con 700 ciervos censados. Las localidades que se sentían  afectadas, es decir, todas ellas, pretendieron entonces que se crease una zona natural protegida de especies menores propias de la comarca. El Gobierno de Aragón, que tiene trasferida esa competencia, propuso reducir a la mitad el número de ciervos y trasladar el resto a zonas más altas de la Sierra. Pero los vecinos no estaban de acuerdo con las subvenciones que recibían de la DGA y se quejaban de que los ciervos pudiesen ser los responsables de la trasmisión de enfermedades al ganado, algo que nunca estuvo demostrado. En suma, lo que pretendía era el aprovechamiento de los pinares (tanto de la madera como el micológico) y que desapareciera la presión cinegética, desfavorable para ellos por tratarse de una reserva natural. Como dicen en mi pueblo: “Tonto, tonto…, mierda, mierda”, referido a ese tipo de personas que van de ignorantes, pero que suponen una gran carga para el resto de la ciudadanía demostrando un egoísmo absoluto. Hay que estar alerta de estos tipos, semejantes a las trufas, porque nunca se sabe por dónde pueden aparecer.

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