sábado, 16 de abril de 2022

Luna llena

 


Sobre la mesa queda el pan correoso de la amanecida, la herida sin cerrar, las cuartillas volanderas, la foto oxidada por la desidia y el tiempo, el flexo sin arreglar, el dislocado recuerdo de otras auroras camino de andenes de estación con la lasitud casi total en las pupilas de los ojos. No queda tiempo para pensar en las musarañas, ni en el delantal de los hotentotes, ni en Dora la Cordobesita, modelo de Julio Romero de Torres y mujer de Chicuelo, ni en el libro de los Siete Sabios vertido al castellano por orden del infante don Fadrique, ni en el Chiripa, que murió a tiros de la Guardia Civil entre Tierga y Trasobares, ni en Pigmalión, que se enamoró de una estatua salida de sus manos.

--Hoy está sembrado, don Ramón. ¿Puedo pedir otra copita de anís?

--¡No interrumpa, coño…!

Nos limitamos con absoluta resignación a lamer heridas a medio curar y, todo lo más, a escuchar a Glenn Miller en una mierda de radio repleta de válvulas llenas de polvo y con un paño de ganchillo superpuesto. Y en la calle se monta jabardillo. Nadie, ¡maldita sea!, se acuerda ya de Maristany, director que fuese de los Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante. Ninguno de los que con morbosidad endiablada observa cómo agoniza el perro herido ha oído hablar a la parentela más próxima de Dora Monterde, cupletista del género ínfimo, ni de Paul Ehrlich, inventor de “Salvarsán” , altamente tóxico por el arsénico contenido en su composición aunque ideal contra las purgaciones de garabatillo y la fiebre recurrente.  Hoy es Sábado de Gloria.  Al entrar a la cocina evidencio que ya están casi agotadas tanto la fuente con las torrijas como la botella de La Ina. Bueno, qué le vamos a hacer…

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