domingo, 3 de abril de 2022

Don José, Pepe y Pepito

 


Hoy tomo el título de aquella película dirigida por Clemente Pamplona en 1961 sobre una pieza teatral de Juan Ignacio Luca de Tena donde abundan las situaciones divertidas. Aquí lo que cambia es el reparto de actores. Lo normal, a mi entender, es que a alguien se le llame por su primer apellido con el señor por delante. No entiendo cómo alguien se permite llamar por el nombre de pila a un ciudadano cuando apenas lo conoce. Esas familiaridades deben limitarse al ámbito familiar o de amigos. En política suele ocurrir que cuando se tiene un primer apellido vulgar se le prefiera llamar por el segundo. Así tenemos que a Díaz Ayuso se le llame Ayuso y Núñez Feijóo, se quede como Feijóo. Según las estadísticas, Díaz es el decimocuarto apellido más común en España, es decir, lo tienen ocho de cada mil ciudadanos; y Núñez ocupa el número 39, es decir, 1,9 por cada mil. Sólo en Galicia existen 21.207 personas apellidadas Núñez de los 90.346 existentes en  España. El apellido Ayuso procede, según señala el filólogo Gutierre Tibón, del latín ad deorsum, “hacia abajo”,  es un apellido que tienen en España 8.413 personas y ocupa el puesto 629, con 8.390 personas en la lista del censo como primer apellido y 8.265 como segundo. Concretamente, en la Comunidad de Madrid el apellido Ayuso lo tienen el 0,46 por mil de los ciudadanos como primer apellido, y el 0,47 por mil como segundo. Y aclarado ese detalle, a Pedro Sánchez le llaman Sánchez, cuando se le podría haber llamado Pérez-Castejón, que es su apellido compuesto por parte de madre. Lo de Felipe González fue distinto. Se quedó como Felipe, a secas, cuando aparentaba ser el adalid que iba a hacer que “a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió”, como afirmó el sarcástico Alfonso Guerra González en 1982 con su hondura intelectual desde que en Suresnes asumiera las tareas de organización y prensa de aquel PSOE “renovado”, tras haber desplazado al  PSOE“histórico” representado por Rodolfo Llopis. Por algo dijo Alain, (seudónimo de Émile-Auguste Chartier, cofundador en 1934 del Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas)  que nada es tan peligroso que una idea cuando solo se tiene una. Estaba en lo cierto. Los herederos de aquel PSOE creado por un grupo de obreros encabezado por Pablo Iglesias Posse en 1879 miran hoy constantemente por el retrovisor rancios chichés ideológicos en lugar de otear nuevos horizontes que nos saquen del actual marasmo. A Sánchez le ha tocado bailar con la más fea la pieza más larga: la pandemia de coronavirus y la posterior subida descontrolada de la inflación. Ambos, pandemia e inflación galopante, son plagas sobrevenidas a las que ha habido que hacer frente del mejor modo posible. Y en esas estamos. Pero Sánchez podría haber evitado jugar a ser Juan Valera y dejarse de escribir epístolas a Mohamed VI  al estilo de “Pepita Jiménez” en el espinoso tema de Sahara Occidental y el giro tomado por el Ejecutivo español (para inaugurar “una nueva relación” entre Madrid y Rabat, tratando de evitar oleadas migratorias)  y de la que Zarzuela se ha desmarcado. Una carta con mala redacción donde Sánchez comienza tratando al rey de Marruecos de “vos” y sigue tratándoles de “usted”.  Esa epístola de Sánchez que tanto ha congratulado al rey alauita  podría traernos en contrapartida la enemistad con Argelia, principal proveedora de gas a la Península. Y mientras esas cosas suceden por estos pagos, el rey emérito Juan Carlos sigue perdido en su laberinto judicial en el Reino Unido por la demanda de Corinna zu Sayn- Wittgenstein. Ahí no existe inmunidad de Estado ni tío pásame el río. Su título de rey es honorífico y sin rango constitucional. Que cada palo aguante su vela.

No hay comentarios: