domingo, 10 de diciembre de 2023

El hombre que surgió de las vías

 


Repasando viejos diarios encuentro en un cajón un recorte de Heraldo de Aragón correspondiente al viernes, 2 de junio de 2006, firmado por Luis Faci. Supongo que en su día lo recorté por lo que tenía de insólito. Según señalaba ese diario, y cito textual: “Un anciano sale ileso tras pasarle por encima un tren en Pinseque”. Lo normal es que cuando un tren te pasa por encima te haga picadillo. Pero a veces, muy pocas, la suerte rompe esa norma. El caso es que Julián Sanz, un soriano de Arancón, en el Campo de Gómara, que entonces contaba 72 años, tenía su domicilio fijado en la residencia de ancianos “Los Pirineos”, de Pinseque. Aquel miércoles, 31 de mayo, Julián salió a dar un paseo por los alrededores del pueblo y en un momento dado cruzó la vía férrea única en el tramo Madrid-Zaragoza, con la mala fortuna de tropezar y caer en el punto kilométrico 321,500 y alojarse sobre el balasto existente en la caja de la vía poco antes del paso de un tren de mercancías que transportaba coches en dirección Madrid desde la factoría que General Motors tiene en Figueruelas. Señalaba ese diario local que “el maquinista  observó atónito cómo, tras detener el convoy, el hombre continuó andando por sí mismo. Localizado por la Guardia Civil, fue trasladado al Hospital Clínico de Zaragoza y a las pocas horas recibió el alta”. Julián solo tenía un corte en la barbilla producido por la caída y unos rasguños de poca importancia en la espalda derivados de causas imprecisas. Lo que al parecer salvó la vida de Julián fue que tuvo los reflejos de colocarse en posición de decúbito prono y permanecer inmóvil en tan duro trance. Esa aventura, que pudo contar, no le hubiese acontecido en su pueblo natal, Arancón, por la sencilla razón de que por ese paraje castellano no pasa ni el “tren de la bruja”, aunque sí es cierto que saliendo del pueblo por el camino de Carramediana con dirección a Omeñaca y la sierra del Almuerzo, a kilómetro y medio el sendero discurre casi paralelo a la vía del tren de la línea Soria-Castejón, hoy abandonada. También, por su término existen restos de la calzada romana  de Antonino, que unía Caesaraugusta con Austica Augusta (Astorga), trazada en el siglo I a. C. Tras la Iglesia parroquial de la Asunción se conservan dos miliarios. En uno de ellos pone: “El emperador Cesar, hijo del divino Julio, Augusto, pontífice máximo (...) emperador por decimocuarta vez. Desde Caesaraugusta noventa y dos millas”. En el otro: “El emperador Cesar, hijo del divino Trajano Partico, nieto del divino Nerva, Trajano Adriano Augusto, pontífice máximo, revestido de la potestad tribúnica por démico segunda vez, cónsul por tercera vez...”. Dichos miliarios (hoy llamaríamos mojones o hitos) fueron utilizados durante la Edad Media para cimentar un puente y, más tarde, como estación penitencial del circuito que componen las 14 paradas del “vía crucis”.

 

No hay comentarios: