lunes, 18 de diciembre de 2023

Hoja de calendario

 



La inclusión de nuevos santos en el “taco” de los jesuitas de Bilbao nos ofrece cada día nombres desconocidos, como sacados de una película de “Kung fu” protagonizada por David Carradine. No pongo en duda el Santoral, ¡Dios me libre!, pero acercar al niño a la pila bautismal y decirle el padrino al párroco que desea que le pongan el nombre de Winebaldo de Hildesheim es equivalente a tocar una catenaria de la Renfe. El padrino, en tal caso, corre el riesgo de morir a golpe de hisopazo. En el Registro civil es distinto. Al funcionario de turno, por el contrario, le importa una higa, más aún si es la hora de ir a tomarse un café.  Hoy, 18 de diciembre, leo: Namfamo, Pablo Nguyen Van My, Pedro Truong Van Duong y Pedro Vu Van, mártires, y Winebaldo de Hildesheim, abad. ¡Chúpate esa! Y para rematar, la hojita añade un proverbio Cheyenne. Siempre mantuve la creencia de que los jesuitas eran un poco rarillos y que tal vez por ello,  los expulsaron tres veces de España. La última, en 1767 por orden de Carlos III con la excusa de haber instigado el Motín de Esquilache. Pero antes, en 1758, los habían echado de Portugal por adherirse al marqués de Pombal e instigar a los guaraníes a rebelarse contra el Tratado de los Límites, por un lado, y de conspirar en la organización del atentado frustrado contra la vida de José I, por otro. Con aquella marcha obligada, florecieron en Portugal las nuevas ideas de la Ilustración, algo parecido a lo que hubiese acontecido en España de no haber fracasado Napoleón durante la Guerra de la Independencia. Santiago Molina sostuvo en un artículo (El Periódico de Aragón, 4/472017) que las Misiones Jesuitas en el Rio de la Plata se saltaron la ley española que prohibía usar armas de fuego a los indios y ello dio lugar a que también fuesen expulsados en 1768 de las colonias españolas en América, conocedores a este lado del Atlántico de haber entregado armas a los guaraníes para que pudieran defenderse de los abusos caciquiles de españoles. Y en Francia también fueron expulsados cuatro años antes, en 1764. “¿Qué tendrá la hija del sepulturero…?”, escribió Gabriel y Galán. Pero, como decía, los jesuitas fueron expulsados de España dos veces más: en 1835 bajo la minoría de edad de Isabel II y siendo regente María Cristina; y en 1932, con su disolución durante la II República. Los jesuitas, que dominaron con sus ideas durante  el Concilio de Trento fueron retratados de cuerpo entero en el libro “A.M.D.G.” por Ramón Pérez de Ayala. ¿A qué se debieron tantas expulsiones? En 1981, siendo papa Juan Pablo II, la debilidad de la Compañía de Jesús fue aprovechada por el Opus Dei y otros movimientos muy conservadores para arrebatarle los puestos clave en la curia vaticana. El Opus consiguió en tiempo récord la beatificación de su fundador y llegar a ser Prelatura Apostólica. Todo huele muy mal.  “Me lo dijo un mozo:/ ¿Ve usté esos pañuelos?/ Pues se cuenta que son de otras mozas…/ ¡de otras mozas que están ya pudriendo!.../ Y es verdá que paece que güelen,/ que güelen a muerto”.

 

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