El Ayuntamiento de Zaragoza que dirige Natalia Chueca, del PP, con la ayuda de
Vox, ha decidido “bautizar” el auditorio zaragozano construido en tiempos del
socialista González-Triviño con el
nombre de la princesa Leonor. No
tengo nada en contra de la princesa de Asturias y heredera al trono de España,
aunque entiendo que todavía esa dama no ha hecho méritos suficientes como para
dar al auditorio su nombre. La propuesta municipal se me antoja como una manera
cortesana de dorar la píldora a alguien cuyo mérito, hasta el momento, ha
consistido en ser una dama-cadete en la Academia General Militar, como hicieron
en su día tanto su padre como su abuelo. Aunque ya puestos, también podría
llamarse el auditorio “Príncipe Baltasar Carlos”,
en memoria del malogrado príncipe de Asturias fallecido en Zaragoza, en el
Palacio Arzobispal, el 9 de octubre de 1646, hijo de Felipe IV y de Isabel de Borbón,
heredero universal de todos los reinos, Estados y señoríos de la Monarquía
Hispánica e inmortalizado en un lienzo de Velázquez.
Su cadáver se trasladó al Monasterio de El Escorial para ser
enterrado, pero su corazón se guardó dentro de una pequeña caja carmesí
con galón de oro, depositada aún hoy en el presbiterio de la Seo, en el lado
del evangelio detrás de una piedra de mármol. El problema surgió al tener que
buscar un heredero. Felipe IV decidió casarse en Navalcarnero con la prometida
de su hijo recién muerto de viruela, Mariana de
Austria, que además era su sobrina y solo tenía 12 años. Más tarde se
convertirían en padres de Carlos II,
el último monarca de la dinastía Austria. Me gustaría preguntarle a la
alcaldesa Chueca si es conocedora de lo que aquí describo. La actual alcaldesa fue
directora de marketing de “Imaginarium”,
la juguetera que entró en liquidación en junio pasado con una deuda de más de
26 millones de euros por una mala gestión. Y es que, como dijo Calderón de la Barca, casa con dos
puertas (aunque una puerta sea para adultos y otra para niños) mala es de guardar. Hoy
los reinos que componen España son más reducidos que en tiempos de Felipe IV.
La merma del 98 todavía algunos no la han digerido del todo. Lo del Sahara solo fue la guinda del pastel. Tampoco han digerido la
posterior Ley de Memoria Democrática,
algo que habría que preguntarles a los militantes del PP, de Vox y del PAR, a los que tanto alivió
la amnistía del 77 tras el perdón de muchos asesinos, algunos de lesa humanidad, entonces todavía vivos y
que echan ahora chispas con la amnistía auspiciada por Sánchez cuarenta y seis años más tarde en un intento de calmar los
ánimos de un amplio sector catalán y de poder gobernar, si le dejan. Pregona a la rosa de los vientos la derechona intransigente que “España se
rompe” como aquel juguete roto que entró en liquidación, entre otras cosas, por
la mala gestión de su marketing,
manejado presuntamente por la que ahora quiere dar nombre a un auditorio a
mayor gloria de los Borbones y entregar
dinero de los esquilmados ciudadanos (un tercio total de las obras) para construir una nueva Romareda, que pueda seguir
encajando goles un equipo de Segunda División tras su venta a varios inversores
americanos. Como dijo Romanones: "¡Joder, qué tropa!".
No hay comentarios:
Publicar un comentario