sábado, 2 de diciembre de 2023

Traca que traca

 


No puedo asegurar lo que no he visto ni hablar por boca de ganso, pero cuentan fuentes generalmente bien informadas (como decía el ABC verdadero), que se ha visto a don Triquitraque paseando por la Rambla de las Flores con la rubia peluca de Santiago Carrillo, y que el baúl con sus pertenencias está depositado en Cerbère hasta que sea revisado por los inspectores de aduanas franceses. Lo que tampoco se conoce es lo que porta dentro lo que parece ser una valija diplomática, aunque se supone que canela y clavo, azúcar cande y oro nativo, los colmillitos de un elefante, coquitos frescos y un moro vivo. Los catalanes esperan ansiosos su retorno, para que el desertor les cuente de viva voz y con pelos y señales la odisea de cómo pudo salir de España dentro del maletero de un coche sin morir en el intento. Traca que traca, traca que traca, y una mona ramona con su monito, y una cotorra que viene hablando, y unas calenturitas que el pobrecito la está palmando. Ya han pasado cuatro años desde su huida a Bélgica para no poder ser juzgado por los cargos que pesaban sobre él por presunta rebelión y presunto uso indebido de fondos públicos, aunque más tarde se desestimase el delito de rebelión por un tribunal de Schleswig-Holstein, según la legislación alemana. Y en Waterloo (su pronunciación en español debe ser vater'lo) ha tenido tiempo para todo, hasta para pedir a las autoridades española que prohíban la venta de un jamón curado andaluz cuya marca y logotipo  parece que infringen su derecho de imagen. Pero ahora el desagradecido don Triquitraque, no contento con la amnistía para que pueda regresar sin cargos, hace un amago de acercase a Feijóo (léase como suena) en el supuesto de una futura moción de censura a mitad del mandato de Sánchez, del mismo modo que Andrómeda se aproxima a la Vía Láctea, para guardar sus espaldas en caso de verse frustrado su acuerdo de Gobierno entre  Junts y PSOE en materia económica. Don Triquitraque se ha hecho el amo del cotarro como un cacique de cortijo. No queda otra: paciencia y a barajar. Ay, don Triquitraque, traca que traca, no pierde comba rejuntando parneses con su comercio de jipi-japa.

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