sábado, 30 de diciembre de 2023

Mirar a Jano

 


Bueno sería que en la madrileña Puerta del Sol se colocase una estatua de Jano, dios de los principios y los finales, que mira hacia adelante y hacia atrás para reflexionar, para dejarnos pasar, sabedor de lo que hemos pasado y de lo que nos espera. En Zaragoza, como poco, la subida de tasas municipales que deberemos añadir a la presión estatal. La entrada de año es siempre una excusa para exprimirnos como si de un limón se tratase. Aquí ya sabemos por ahora que se subirán las tasas de aguas, de vertidos, de autobuses urbanos  y de mesas de veladores. La cosa no ha hecho más que empezar. Pero no pasa nada. Ya solo quedará esperar a la festividad de la Epifanía, comer el roscón con el haba dentro y desear que todo vuelva a la normalidad si es posible, que no creo. Ya nada es normal. Hemos hecho del disparate nuestro código de conducta y hemos normalizado lo absurdo hasta límites indescriptibles. Un ejemplo: la vivienda en Aragón se encarece casi un 8 por ciento pese a haber caído las ventas. Otro: la gente de Zaragoza se quejará de la subida de tasas, pero aplaude con las orejas el desmesurado presupuesto inicial, que luego será más abultado, para la construcción de la Nueva Romareda, el campo de fútbol que se renovará para un equipo de Segunda División que solo mete goles en propia puerta o en la portería contraria cuando se equivoca. Fue la promesa de Azcón, actual presidente de la DGA con la ayuda de Vox, que hizo a los zaragozanos cuando aspiraba a la Alcaldía y que la actual alcaldesa, la folclórica Chueca, con la ayuda de la ultraderecha, piensa llevar a cabo cueste lo que cueste. En fin, lo que toca mañana es tomar las uvas, beber una copa de cava y soplar el matasuegras en la noche morada. Y si estamos solos y alicaídos siempre podremos pedirle a Alexa, esa inteligencia artificial, el deseo de escuchar milongas de Francisco Canaro y su Quinteto Pirincho después de apagar la luz y encender la vela sobrante de una promesa hecha en su día a san Cucufate y que no cumplimos, algo parecido a lo que hicieron los políticos hace diez años con el tren de alta velocidad en Extremadura, o aquella prometida bombilla del entonces ministro Miguel Sebastián que había recoger en Correos. Solo Jano, a una mala, podrá sacarnos del atolladero.

 

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