lunes, 11 de diciembre de 2023

Libros sumergibles

 


Ayer comentaba a los lectores que estos días me estaba dedicando a repasar viejos recortes de prensa que en su día guardé por considerarlos interesantes. Hoy he seguido con la “pesca” de cosas curiosas en la prensa diaria. Y en ese afán he dado con otro suelto que recorté por considerarlo de interés y que ahora está sobre mi mesa de “córpore in sepulto”. Así, en la sección de ‘Cultura’ del diario Heraldo de Aragón, correspondiente al sábado 13 de marzo de 2004, pude leer algo que me pareció insólito: “Historia de un libro sumergible”. Señalaba ese diario que Egido Editorial y la Universidad de Zaragoza habían llevado a cabo la presentación de un volumen resistente al agua e irrompible. Se trataba de la novela “Cruzando el puente con el diablo”, de Silvestre Hernández (Ed.Egido,2004), todo un todoterreno: director del Instituto de Educación Secundaria “Matarraña” de Valderrobres (Teruel), escritor, colaborador de La Comarca, Turia, Diario de Teruel, La Borxaca, Racó Jove, etcétera, conferenciante, con muchos premios literarios en su haber y miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores. Según se señalaba en el artículo: “el libro ha permanecido 20 días dentro de una bañera, se ha mojado con agua de mar, con lejía, y sigue inalterable. Además, el libro es reciclable y no contamina ni se quema”. Fue fruto de la investigación de seis estudiantes de Ingeniería química: Miguel Gea, Jorge Mir, Fernando Manzanares, Fernando Bimbela (sobrino-nieto del librero José Alcrudo, impulsor del Grupo Pórtico) Sergio Latorre, Juan Angel Laguna y Jesús Arauzo. Por cierto, Juan Ángel Laguna, uno de sus inventores, publicó en ese tipo de papel sintético su libro “El niño que bailaba bajo la luna” (bilingüe en francés y español y de 58 páginas) en unos grandes almacenes de Zaragoza en marzo de 2005, donde su autor cuenta su vida en un pueblo y la fascinación que al protagonista le producía el cementerio por la noche. Su inspiración le llegó a Laguna estando en París, cuando una amiga francesa le presentó a Jean Gilbert Capietto, compañero de su amiga en Bellas Artes, en La Sorbona, que solía hace decorados para teatros e ilustraba cuentos. Capietto, tras ambientarse en el cementerio parisino de Pere Lachaise,  le ilustró el trabajo usando como únicos colores el blanco y el negro. También Laguna es autor de la novela “Caín encadenado” (Editorial Premura, 2000), de “Pesadillas de un niño que no duerme” y de “Lección de miedo”, que quedó finalista en el concurso Psycho-tau en 2002.

 

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