El día que en España se haga el
Museo Nacional del Dispendio, habrá que tenerse en cuenta la Comunidad Autónoma
de Aragón, que sin duda ocupará un espacio destacado. El aeropuerto de Huesca-Pirineos situado a 10 kilómetros de la
ciudad y que comenzó a funcionar el 21 de diciembre de 2006, costó 45 millones
de euros y a día de hoy acumula unas pérdidas
de 70 millones. La idea partió de la coalición PSOE-PAR, y el PP fue el que
adjudicó las obras con el entonces ministro de Fomento Álvarez Cascos. Posteriormente,
el exsecretario de Estado de Infraestructuras, el socialista Víctor Molan, cuestionó dos meses antes de dejar el
Gobierno ese aeropuerto: “Con los ojos de hoy no lo hubiera hecho, pero me lo encontré en obras.
Yo paro el aeropuerto de Huesca, que es mi tierra, y me cuelgan del palo mayor”.
El caso es que hay meses en los que no se recibe ni un solo pasajero. Estaba
pensado –según opinaban las lumbreras de la cosa pública y de Aramón- para
recibir a ciudadanos europeos amantes del turismo de invierno. En este sentido,
leo hoy en ABC que “en la práctica, este plan ha supuesto que el aeropuerto
oscense haya pasado de abrir 78 horas a la semana a dos, más 35 horas semanales
como aeródromo, principalmente para la práctica de vuelo sin motor. En las
instalaciones siguen trabajando 15 personas de AENA”. Pero no es el único
aeropuerto ruinoso. Sucede algo parecido en Asturias, Granada-Jaén, Vigo, Jerez
de la Frontera,
La Coruña, La Palma, Santander, Almería,
Valladolid, Pamplona, San Sebastián, Melilla, El Hierro, Badajoz, León,
Salamanca, Logroño, La Gomera,
Madrid-Torrejón, Burgos, Córdoba, Albacete, Madrid-Cuatro Vientos, Sabadell y
San Bonet, que junto con el de Huesca acumularon el año pasado una deuda viva
de 1.700 millones de euros. Y no digamos nada del ya famoso aeropuerto de
Castellón, cuya sinrazón es de libro. El aeropuerto de Huesca, según el
consejero de Obras Públicas, Fernández de Alarcón, tiene “oportunidades”,
refiriéndose a la posible aclimatación futura como escuela de pilotos y
determinados usos deportivos. Fernández de Alarcón, que no tiene parentesco
alguno con Cristobalina, la poetisa malagueña del Siglo de Oro, debería
hacérselo mirar. Ya veremos ahora qué acontece con el dinero invertido en el
aeródromo turolense de Caudé, también iniciartiva de la coalición
PSOE-PAR, que se asienta en un antiguo
campo de tiro del Ejército del Aire y donde la empresa Tarmac Aeronave
desarrollará, suponiendo que consiga los permisos necesarios para actividades
de mantenimiento, estacionamiento y desguace de aviones. Por lo pronto,
Fernández de Alarcón ya dejó claro en septiembre pasado, durante una
comparecencia en Comisión parlamentaria y a petición del Grupo Socialista, que
el aeródromo de Caudé “se amortizará económicamente dentro de muchísimos años”.
Ya empezamos mal. En ese proyecto, donde
en mayo de 2011 fallecieron dos trabajadores al romperse un cincha y
desplomarse la estructura del hangar, ya se llevan enterrados más de 50
millones de euros. Pero la idea inicial del aeródromo de Caudé (mantenimiento,
estacionamiento y desguace de aviones) le ha parecido poca cosa a José Ángel
Biel, presidente del PAR. Y como Luisa Fernanda Rudi (PP) gobierna ahora Aragón en coalición con ese partido regionalista, no ha tenido
otro remedio que plegarse a los caprichos de su socio de gobierno, adjudicando la construcción de una pequeña
torre de control y de una estación meteorológica aeronáutica por una cifra
superior a los 300.000 euros, además de preparar los pliegos para licitar la
pavimentación de un campa de 80 hectáreas para el estacionamiento de aviones
en desuso, con un coste estimado en 5 millones de euros que habrá que añadir a
los otros 50 gastados. Y no hablemos del polígono aeronáutico de Villanueva del
Gállego, donde se iba a fabricar la avioneta
CAG, que quebró y se perdieron más de 10 millones de euros, ni de la
operadora aérea Pyrenair, que en febrero de 2011 anunció la suspensión de sus
actividades ante la falta de liquidez y que dejó en tierra a muchos viajeros
que ya habían adquirido billete. En suma, un cúmulo de disparates políticos que
a la postre pagamos todos. Ahora que la ministra de Fomento anuncia cierre de
estaciones de ferrocarril sin viajeros, bueno sería que aprovechase para
cerrar, también, aeropuertos deficitarios.
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