Curioso. La petición de
exorcistas en la Villa
y Corte se dispara y Rouco Varela se ha visto obligado a nombrar ocho
representantes de la Iglesia
con poderes bastantes como para sacar al demonio de los cuerpos. Las posesiones
demoníacas, las influencias maléficas, la magia negra, el influjo nefasto de
las echadoras de cartas, el presunto mal de ojo que le ha puesto en la pantalla
de plasma Aznar a Rajoy y ese tipo de zarandajas mefistofélicas está más vivo
que nunca en la capital de España. Yo no sé si los íncubos o los súcubos
mantienen relaciones con las víctimas mientas éstas duermen. Ahora voy
comprendiendo el porqué de que, por ejemplo, el presidente de las Cortes
Valencianas, Juan Cotino, lo primero que hizo al ser nombrado para el cargo
fuese ordenar colocar en la mesa de la Cámara regional un crucifijo que hasta entonces
se guardaba en el despacho del anterior presidente. Le faltó colocar a su lado
un trocito de madera de roble. Los Arios mazdeístas tocaban madera para ponerse
bajo la protección de Atar, genio del fuego. Los indios norteamericanos, y
también los griegos, sabían que el roble era atacado con frecuencia por el rayo
durante las tormentas y ambas culturas entendieron que esa era la casa de Dios.
Juan Cotino, como digo, prefirió colocar el crucifijo al trozo de madera de
roble, que es más pagano, por tratar de disipar los espectros de Nóos, de Terra
Mítica y toda la metástasis valenciana de la trama Gürtel, así como las malas
sombras que persiguen con su negro capuz a Zaplana, Camps, Fabra y Barberá.
También, para intentar aplacar en la medida de lo posible a la mosca cojonera,
o sea, al portavoz socialista Joan
Calabuig, que ya se está convirtiendo en tábano. Cotino, miembro del Opus Dei,
posiblemente sepa mucho sobre la vida de los santos y que san Trifón tuvo
poderes para amansar basiliscos con la mirada. Pero ahora lo que se impone, al
menos en Madrid, es la creación del Cuerpo de Exorcistas, que es como el Cuerpo
de Bomberos pero con la manguera de agua bendita dirigida hacia las llamas
infernales. Rouco Varela, que ya ha conseguido que la asignatura de Religión
puntúe en los exámenes tras la séptima
reforma, el Séptimo de Caballería de Wert, pretende ahora que el obispo
auxiliar de Madrid, César Franco, sea el coordinador de un cursillo acelerado
para sacerdotes sobre el exorcismo, auxiliados por un equipo de psiquiatras
todavía sin cuantificar. Es una pena que se muriese el padre Pilón, el jesuita
que más sabía sobre fenómenos paranormales, como lo demostró en el palacio de
Linares o con el estudio de las caras de Bélmez de la Moraleda, y hasta colaboró con las Fuerzas de Seguridad
para buscar secuestrados o desaparecidos.
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