Los 25 empresarios mallorquines pretenden, a través
de una carta de Carmen Matutes, presidenta de la Fundación Turística
y Cultural de Mallorca dirigida a Patrimonio, que el yate “Fortuna” les sea devuelto y así poder
revenderlo al mejor postor, alegando que se lo regalaron al Rey y no a
Patrimonio. Pero de los 21 millones que costó, el Gobierno balear aportó 2’7
millones y ese dinero, que yo sepa, era de todos los ciudadanos, incluidos los
mallorquines. Tal osada pretensión se me antoja fuera de lugar. Es el Consejo
de Ministros el encargado ahora de tomar la decisión que considere oportuna
respecto a un yate concebido para uso y disfrute de la Familia Real y a los ciudadanos
nos ha costado muchísimo dinero su mantenimiento. En ese sentido, comentaba
ayer Arcadi Espada lo siguiente: “El Rey es jefe del Estado y eso es lo mismo
que decir que el Estado es su jefe. De ahí que la reclamación de los
empresarios sea tan imprudente y peligrosa como la de cualquiera que pretenda
desnudar a nuestro Rey”. José García Abad señala al respecto que tal petición
de devolución “además de ser una grosería no tiene razón de ser pues como saben
hasta los niños Santa Rita Rita, lo que se da no se quita”. Por cierto, en la “colecta”
para el excesivo regalo, además de ciertos empresarios baleares, que no
pudieron cubrir el precio total de la embarcación; y además de que la Fundación se pudiese
aplicar las desgravaciones legales de hasta el 30 por ciento de la base
imponible del impuesto de sociedades o de hasta el 3 por ciento del volumen de
ventas, por la peregrina idea de que el regalo era una “obra cultural” ideada para
promocionar el turismo hacia Mallorca, los promotores de esa “mala idea”
tuvieron que recibir ayudas foráneas de determinados bancos y de diversas
empresas hasta poder cubrir el monto total. El yate “Fortuna”, puesto que no
cabe otra solución, debería ser vendido al mejor postor e ingresar el dinero
resultante de esa venta en el Tesoro Público. De no ser así, se correría el
riesgo de que pudiese ser utilizado por Rajoy por las rías gallegas, como hizo
Felipe González en julio de 1985, cuando usó del “Azor” entre Lisboa y Ayamonte
para pescar y hacer un crucero con su familia. El país no está para tonterías.
Recuerden lo sucedido con el “Vita”, que terminó transportando en su bodega el
tesoro expoliado de todos los españoles con rumbo a Veracruz por orden de Juan
Negrín. Por cierto, el “Vita” nunca fue el barco de recreo de Alfonso XIII, como
se ha escrito en numerosas ocasiones. Lo era el “Giralda”, que dejó de ser yate
en 1918, pasó a ser buque hidrográfico
hasta 1934 y se desguazó en Sevilla en 1940.
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