Mucho se habla en la prensa del
corazón sobre la “tiara” que Letizia Ortiz portó sobre la cabeza durante la
cena de despedida de la reina Beatriz de los Países Bajos, una joya que Alfonso
XII encargó a J.P.Colins en 1879 para
Cristina de Habsburgo-Lorena. No termino de entender el empeño en llamar
tiara a algo que no lo es. La tiara es una mitra alta con tres
coronas de origen bizantino y persa que representa el símbolo del papado. No se
trata, por tanto de una tiara, sino de una diadema en forma de cofia. Llamemos
a las cosas por su nombre. Por cierto, esa joya de tan importante valor fue
vendida posteriormente, como se hizo con todo su patrimonio, por parte de los distintos
miembros de la esa familia. Franco la volvió a comprar, con el dinero de todos
los españoles, como regalo de bodas a
Sofía de Grecia y sería lucida el día de su boda en Barcelona por Cristina de
Borbón con Iñaki Urdangarín. Es una diadema de estilo modernista con
talla brillante y talla perilla, con motivos florales y vegetales, y una flor
central adaptada para broche. Importante tesoro sobre la cabeza de la princesa
consorte de Asturias, presente al acto de Ámsterdam en representación de la
Casa Real de un país, el nuestro, que
cuenta con la escalofriante cifra de más de seis millones de desempleados. Nada
que objetar sobre el vestido de Felipe Varela. Muy elegante. La diadema en
cuestión creo recordar que ya fue lucida por Letizia Ortiz en la boda de
Victoria, la heredera sueca, y Daniel Westling el 19 de junio de 2010, cuando
en España un tal Rodríguez Zapatero comenzaba a divisar los primeros brotes
verdes de no sabemos qué tipo de cardo
borriquero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario