lunes, 3 de septiembre de 2018

El nuevo culto de dulía



El Partido Socialista ha resucitado a Franco a fuer de intentar ver la forma de orear sus huesos y sacarlo de Cuelgamuros. Y el Partido Popular pretende resucitar a Suárez, creando la Fundación Concordia y Libertad, presidida por Adolfo Suárez Illana, el fetiche de Ciudadanos. Recuerden cuando, en octubre de 2016,  en la primera sesión para la investidura de Rajoy tomó la palabra Albert Rivera para decir que se miraba en el espejo de aquel presidente. Dijo: “"En esta misma tribuna, Suárez se sacó un papel de su bolsillo con una frase magistral. (...) Hemos tenido que cambiar las cañerías sin cortar el agua". La Transición se ha convertido en un talismán (además de Obama) que venera Rivera  y, ahora, Casado. El secreto está en Ávila, la ciudad amurallada. Hay que peregrinar a Ávila, fotografiarse junto la estatua de Suárez en la Plaza que lleva su nombre y visitar su tumba en el claustro de la Catedral del Salvador. La estatua de bronce lleva un epitafio: “La concordia fue posible”. Pero cuidado: a Suárez le derribó del poder. Fue un 29 de enero de 1981, festividad de san Valero, patrono de Zaragoza. Dijo Suárez frente a las cámaras de televisión: “Me voy porque las palabras parecen no ser suficientes y es necesario demostrar con hechos lo que somos y lo que queremos”. Lo cierto es que sus relaciones eran muy tensas con el Ejército, la legalización del PC no había gustado a la derecha casposa, y muchos franquistas aplaudían días más tarde con las orejas el intento de golpe de Estado, un 23 de febrero. Según el cronista Abel Hernández, confidente de Suárez, “lo que desencadenó su dimisión fue una tensa reunión, que Suárez consideró una ‘encerrona’ con generales en La Zarzuela. El rey Juan Carlos se encontraba de cacería en aquel momento, y ante la gravedad de la situación, decidió regresar. Lo hizo en helicóptero, pese a que era un día lluvioso, gris. Llamó de inmediato a Suárez y lo dejó a solas con los mandos militares. La reunión fue tremendamente tormentosa, hubiese o no pistola por medio en ese momento. Fue, entonces, cuando Suárez se dio cuenta de que había perdido la confianza del jefe del Estado". Como todo buen “mesías”, el de Cebreros tuvo que pasar el quinario en vida para ser “fanatizado” después de muerto con culto de dulía. Y es a día de hoy cuando están por escribirse los “evangelios apócrifos” de Mateo y de Marcos, o sea, de Rivera y de Casado. Los de Lucas y Juan, es decir, el de José Manuel Villegas y el de Teodoro García pueden esperar hasta que se encuentre algún  papiro en el “Mar Muerto” de Moncloa, o sea, debajo de alguna alfombra o detrás de una bañera.  Nunca se sabe por dónde salta la liebre.

No hay comentarios: